La mujer maravilla 2 es una película horrenda y cuesta bastante digerir el desconcierto y la decepción que dejó este desastre de la directora Patty Jenkins. No es sencillo encontrar argumentos sólidos para defender esta producción, especialmente si sos fan del personaje.
Creo que el fiasco tiene dos responsables concretos. Por un lado la directora, quien se empachó con el suceso del primer film y le dieron carta libre en el estudio para hacer cualquier cosa.
En este proyecto quedó demostrado que su faceta de guionista no representa su mayor fuerte artístico. Por otra parte, la incompetencia de Geoff Johns, cuyos desastrosos aportes en el argumento tienen una enorme responsabilidad en el resultado final del film. Johns sobresalió por su labor en Aquaman dentro de los cómics pero su guión para esta continuación es ofensivamente estúpido.
Desconozco cuales habrán sido los aportes de David Callahan (Godzilla) quien aparece también en los créditos.
Si se toman el trabajo de repasar las tres temporadas de la serie de los años ´70 con Linda Carter no van a encontrar un argumento tan malo como el que se ofrece en esta película. Inclusive la tercera temporada, que fue la más flojita, ya que tenía un tono infantil, presentaba conflictos que contenían una mínima coherencia.
Es más, la película de 1974 con Cathy Lee Crosby, que elaboraba una versión alternativa del personaje, cuenta con un argumento más sólido.
La representación de la heroína por supuesto es diferente pero las acciones de los personajes al menos tienen sentido.
En término generales el gran problema de la nueva obra de Jenkins es que resultó un experimentó fallido. En esta oportunidad la directora no sólo ambientó la trama en los años ´80 sino que desarrolló el conflicto y la narración como si fuera una obra del período.
Tras la secuencia de flashback inicial con las amazonas, que es el único momento donde se establece una conexión con el tono narrativo de la entrega previa, este estreno parece un film realizado por Richard Lester, el responsable de Superman 2 y 3.
La escena del robo en el shopping es el mejor ejemplo que retrata esta situación. El tema es que Jenkins va más allá del homenaje nostálgico y aborda su relato como si fuera un film de aquellos años, una idea que acarrea dos graves problemas.
La película no sólo queda desfasada en el tiempo frente al cine de superhéroes de la actualidad, sino que además se opone al tono que había tenido la obra del 2017.
Por otra parte, la ambientación en los años ´80 resultó un capricho arbitrario de ella que no le aporta nada al conflicto que presenta ni al desarrollo inexistente del personaje principal. En la entrega previa el contexto de la Primera Guerra Mundial era funcional a la construcción del origen de la heroína, mientras que en la continuación la trama transcurre en 1984 porque está de moda el recuerdo de esa década y nada más.
El desastre se establece de entrada con el ridículo duelo de 60 años de Diana por la muerte de Steve Trevor a quien conoció durante una semana. Más allá que no es un concepto muy empoderado que Wonder Woman se encuentre estancada en su vida por la ausencia de un tipo, Jenkins nunca eleva a otro nivel la saga y ofrece un espectáculo que deja sabor a poco.
Con el transcurso del tiempo la película le demanda al público que acepte situaciones que no tienen sentido por el simple hecho que a la directora y a Geoff Johns se les ocurrió de esa manera.
El regreso de Steve Trevor no tiene razón de ser y lo incorporan a la historia por el capricho de Jenkins de trabajar otra vez con Chris Pine. El modo en que reinsertan al personaje es de una tontería impactante.
Lo peor de todo es que después lo dejan en un plano secundario donde no aporta nada relevante. Inclusive a Pine se lo nota desganado en su actuación como si él mismo hubiera tenido problemas para creerse el retorno del personaje.
Con toda la historia rica que tiene Wonder Woman, en más de 80 años de vigencia en la cultura popular, la mejor idea que tuvieron para una segunda película fue la trama de una piedra mágica que cumple deseos y queda en manos de un villano acartonado.
El modo en que incluyen al avión invisible, por el simple fan service, es tan bobo que hasta resulta incómodo de ver. Lo mismo ocurre con la armadura dorada o el hecho que Diana ahora puede volar de la nada sin ninguna explicación.
La película a partir del segundo acto se vuelve caótica porque los realizadores se embrollan con varias líneas argumentales. A toda la telenovela de Diana con Steve se suma además el conflicto de Maxwell Lord con su hijo y el patético origen de Cheetah que da vergüenza ajena.
En el medio lo involucran también al Duque del engaño, un personaje clásico de la historieta al que se lo menciona en un momento porque todo sirve para el fan service. El relato no tiene un foco definido como la entrega anterior y esto atenta contra el desarrollo de los nuevos personajes, en parte porque tienen que lidiar con una presencia limitada.
Un sobreactuado Pedro Pascal que busca evocar los villanos grotescos de los años ´80 ofrece un antagonista olvidable.
Un caso diferente es el de Kristen Wiig, quien se desenvuelve mejor de lo esperado como Bárbara Minerva, pese al tratamiento desastroso que le dieron a su personaje. Sin embargo ella no está mal en el rol y hace lo puede con un guión que no la ayuda para nada.
Cheetah es una antagonista compleja que necesitaba espacio para ser desarrollada con solidez y en este caso tiene arco un argumental que funciona como una especie de versión negativa del cuento del patito feo, que encima atrasa culturalmente 50 años como mínimo.
Mientras miraba la película pensé, "bueno la historia no es buena pero seguramente va a mejorar con la acción". Tampoco sucedió. Al margen que todas las escenas atractivas las incluyeron en el trailer, la labor de Jenkins en este aspecto también es decepcionante.
No se puede entender que una producción que tuvo un presupuesto de 200 millones de dólares ofrezca el CGI mediocre que se ve en este film. La escena ridícula en que Wonder Woman rescata a unos niños en una ruta es de una artificialidad impactante.
Hasta Starship Troopers, de 1997, tiene mejores efectos digitales. Lo mismo ocurre con la paupérrima pelea entre Diana y Cheetah que no sólo es corta sino que no se entiende nada por la manera en que está editada.
Si tengo que rescatar algo positivo me quedo con la fotografía de Mattew Jensen que presenta un buen contraste estético con el primer film, la música de Hans Zimmer y un cameo sorpresa en el final que funciona como un abrazo consuelo tras el sabor amargo que deja el film.
Gal Gadot, quien aparece más apagada en su interpretación, gracias a su presencia al menos consigue que la historia sea un poco más llevadera. Ojalá Patty Jenkins se redima con la próxima entrega.
Wonder Wonder tiene una filmografía muy corta que se puede permitir este traspié, pero eso no quita que merezca una película superior y por sobre todas las cosas un argumento más digno.