Mujer Nómade

Crítica de Laura Pacheco Mora - CineFreaks

Filosofía de vida.

Esther Díaz, una referente en el ámbito de la cultura y la filosofía contemporánea, nos acerca junto a Martin Farina, director y guionista, una muestra contundente sobre lo que significa para ella transitar la existencia y el descubrimiento a través del devenir constante, en transformaciones permanentes e incesantes en relación al cambio y adaptación a las circunstancias, ligadas a una percepción que consigue vivenciar una actividad tan fascinante y comprometida como el pensamiento.

Farina (Fulboy, 2014) obtiene varios aciertos con este documental: la atinada elección de la locación del hogar de Díaz, -generando una atmósfera íntima-, un inicio que cuenta con confesiones fuertes y reveladoras, y el momento adecuado de ambas partes que coinciden en comunicar las mismas ideas desde diferentes lugares. La música de Jorge Barilari y Coiffeur le imprimen ritmo y carácter a este dinámico e intrínseco relato.

Para la filósofa, interpelar al público sobre ciertos prejuicios machistas que están naturalizados, como la edad para tener sexo, ser deseables y la libertad con respecto a la elección de lo que deseamos, se mimetizan con la capacidad del director en brindarle a la protagonista la comodidad necesaria que se traduce en una absoluta franqueza y espontaneidad en la narración.

“El deseo, en sí mismo, es nómade. Se alimenta con fragmentos libidinales, se potencia, se agiganta. Cuanto más inconsciente, más gigante. Pero la libido no pasa a la consciencia sino en relación con cuerpos o personas determinadas. Se trata de puntos de conexión. Son los puntos en los que (con los que) hacemos habitualmente el amor. Creemos que hacemos el amor con uno. Aunque, en realidad, hacemos el amor con muchos. Mejor dicho, normalmente hacemos el amor con una sola persona. Pero esa relación es posible por toda la potencia que se ha cargado a través de miradas, roces, pensamientos, lecturas, sueños, y la infinita variedad de estímulos, que recibe cualquier ser vivo. El sueño de la razón engendra monstruos.

Hacemos el amor con las infinitas máquinas que potenciaron nuestro deseo proveniente de múltiples personas, animales y objetos. Maquina ojo-ojo, máquina gesto-mirada, máquina roce-escalofrío, máquina miembro-miembro, máquina labios-pelo, máquina mano-nalga, aunque normalmente, sólo lo concretamos con una persona por vez. (o para siempre). No obstante, con esa persona, también se establecen circulaciones y cortes. Hay algo estadístico en nuestros amores. Pero tanta estadística, casi siempre, se conecta con un solo partenaire. La pareja es el enanismo del deseo.” (Esther Díaz, sobre “Gilles Deleuze: postcapitalismo y deseo) https://www.estherdiaz.com.ar/textos/deleuze.htm