Sofía (Kasia Smutniak) y Andrea (Pierfrancesco Favino) son un matrimonio que lleva diez años juntos y ya no se soportan. Padres de dos pequeños hijos, su convivencia se ha convertido en un calvario de acusaciones cruzadas y reproches mutuos. En la primera escena, casi como esfuerzo final para salvar la relación del naufragio, concurren a una sesión de terapia de pareja y la psicóloga les dice: “Tienen que ponerse en el lugar del otro”.
Pocos minutos después -fruto de un experimento casero que hace Andrea- se producirá el milagro: él pasará a estar en el cuerpo de ella y viceversa. Así, el neurocirujano comenzará a tener todo tipo de reacciones femeninas en el hospital y la columnista televisiva tendrá comportamientos y gestos bien masculinos a cámara en el estudio durante el programa en vivo.
Si esta descripción (a-la-Ella en mi cuerpo y él en el mío) puede sonar demasiado obvia, subrayada y ridícula es porque Mujer y marido es exactamente eso: una película sin mayores hallazgos cómicos, con una moraleja torpe, psicología barata y una realización de vuelo demasiado rasante. Lo que podía funcionar bien en las hojas de un guión (comedia romántica con toques fantásticos) en imágenes es una sumatoria de lugares comunes, conflictos elementales, actuaciones mediocres y resoluciones tiradas de los pelos.
Escasamente provocadora (lo poco que podía haber de audacia se derrumba con un desenlace tranquilizador y sentimental), la ópera prima de Simone Godano se ubica por debajo del nivel en general no demasiado alto de la comedia comercial italiana contemporánea. Efímera e intrascendente.