Comedia alla impersonale
La comedia italiana actual pasa por un momento de agonía. El reciente éxito de Perfectos desconocidos (Perfetti sconosciutti, 2016) y de su remake española realizada por Alex de la Iglesia ilustran un descenso al impersonalismo más temido, despojándose la cinematografía italiana de ciertos rasgos propios de sus producciones de otra época. Desde el comienzo, Mujer y marido nos invita con la fórmula de pareja en crisis que necesitará de “algo más” para salvar el matrimonio, pero, al menos en esta presentación, existe una idea visual acompañada de un diálogo pronunciado por una terapeuta en el que metaforiza con un cuadro de doble lectura la actualidad de sus pacientes, quienes no tardan en exteriorizar sus miserias bajo un tono de comedia plagada de clichés que se nos irán agolpando en la pantalla.
La historia no es más que una ligera variación de Un viernes alocado (1976), en la que dos personajes intercambian cuerpos y de esa manera pueden vivir la vida del otro. A diferencia de ese film, aquí los que pasan por ese proceso son marido y mujer en vez de madre e hija. Un experimento de transmisión cerebral de pensamientos de Andrea (Pierfranceso Favino), neurólogo e investigador, provoca que en una prueba con su mujer, Sofia (Kasia Smutniak), se efectúe un involuntario cambio de roles. Desde la designación de profesiones (ella es una presentadora de TV en un programa dirigido a un público femenino) hasta la caracterización de los dos intérpretes principales, la película surca todos los clichés posibles sobre lo que entiende acerca de cómo se comportan una mujer y un hombre. Avanzado el siglo XXI, todavía vemos en un film a una actriz hacer de hombre que camina con las piernas abiertas porque se le dificulta caminar con tacos o al revés, un actor que quiebra sus muñecas al gesticular porque interpreta a una mujer. Ni hablar de los pobres intentos de progresismo en el programa de TV, con debates superficiales disfrazados de profundos que se cierran con el pensamiento desarrollado del hombre en el cuerpo de la mujer, como si ella hubiera cubierto esa falencia con la voz masculina. Horror.
Más allá de las vetustas líneas ideológicas, la gran falla de la película se halla en la pobre estrategia formal, que es la de quitarle cualquier arraigo posible porque todo sucede en una ciudad que podría ser Roma, Nueva York o Buenos Aires, da lo mismo. Mujer y marido podría ser una comedia de Hollywood, hasta tiene todo su soundtrack compuesto por canciones en inglés, porque no arroja ni una pista de su origen italiano más que por los diálogos, aunque un poco de malicia podría llevar a pensar que no es más que un doblaje. Las cajitas de los géneros son flexibles, permiten variaciones estilísticas, narrativas y hasta incluso algún atisbo de novedad. Es muy probable que en poco tiempo se realice (de hecho) una versión en inglés, en la que seguro solo cambiarán el idioma porque, como es sabido, las remakes de otras cinematografías en Hollywood las hacen porque no les gusta leer subtítulos.