Como suele ocurrir en las comedias que proponen cambios de roles, la clave está en el uso de los juegos de representación a partir de las apariencias, los comportamientos y las mentalidades. Las madres que se convierten en hijas adolescentes (las dos versiones de Freaky Friday) o los serios ejecutivos que se transforman en jóvenes irresponsables ( De tal palo, tal astilla, Viceversa) dan pie a guiños generacionales y algunas lúcidas miradas sobre lo que significa ser adulto. Los cambios de género (desde la ochentosa Hay una chica en mi cuerpo hasta la reciente The Change-Up) explotan las diferencias en clave sexista dando pie a parodias siempre definidas por los tiempos que corren.
Marido y mujer no es una excepción a la regla, pero logra que hombre y mujer trasciendan algunos lugares comunes en relación a posturas y vestimentas, y asume el mundo laboral como decisivo en el intercambio. Ella, presentadora de TV y atada a las exigencias de la imagen; él, médico de hospital y con algo de científico loco; ambos encuentran en el trabajo diario del otro no solo la comprensión de la crisis de pareja que atraviesan sino una forma oblicua de autodescubrimiento.
El director Simone Godano condimenta ese tópico universal con algunos tics del grotesco italiano, hace lucir las paródicas interpretaciones (sale más airosa Kasia Smutniak que Pierfrancesco Favino en su afectado amaneramiento) y nunca olvida que son las risas su principal objetivo.