Mujercitas

Crítica de Fabio Albornoz - Ociopatas

La clásica novela de Louisa May Alcott, “Little Women” (publicada en 1868) se ha transformado con los años en un estandarte de la literatura feminista, un libro que pudo sobrevivir al paso del tiempo para ser reflotado una y otra vez en cada sentimiento de ‘renovación social’.

Grandes cineastas se encargaron de trasladarla al cine: George Cukor y Mervyn LeRoy en los años 33’ y 49’, pero también hubo una directora, Gillian Armstrong, que filmó en 1994 la tercera y última adaptación de “Little Women”.

¿Qué puede justificar entonces una nueva adaptación al cine? ¿Por qué Greta Gerwig es la elección perfecta?

“Little Women” se trata de un libro altamente universal y aplicable a cualquier época, que refleja los valores y la unión de unas hermanas enfrentadas a un mundo machista (si, esto en 1868).

Cuando las mujeres no tenían lugar en los estudios de Hollywood (al menos como directoras), los fantásticos Cukor y LeRoy moldearon los modelos de feminidad de las primeras dos adaptaciones. Las películas llegaban en un momento de quiebre, la construcción de una ‘nueva mujer’.

En épocas de empoderamiento femenino e igualdad de condiciones, Greta Gerwig elige “Little Women” (su novela favorita) como el segundo largometraje en solitario de su carrera. La decisión de optar por un trabajo clásico, no original, de época, con una producción mucho más grande y alejada de lo que fue esa primera experiencia con “Lady Bird” (film minúsculo en despliegue) puede parecer sorpresiva, pero no lo es tanto.

Gerwig se mete en un proyecto ambicioso, afrontado con coraje, personalidad y mucha decisión. Un film que calza perfectamente en el contexto social, y una clara demostración de Gerwig como narradora lúcida, capaz de hacer propia una historia ajena, escrita hace ya más de 150 años.

¿Cómo reinventar una trama tantas veces filmada? No es que Greta Gerwig recurra a fórmulas extrañas o disruptivas (de hecho “Little Women” es bien clásica), pero la vuelta de tuerca está por el lado de la temporalidad propuesta.

El guión de Gerwig y el montaje de Nick Houy, descomponen la historia en diferentes tiempos. Y esto demanda a un espectador activo, que se involucre en la historia. Pero lejos de excluir al público, Gerwig mantiene una cohesión narrativa, y hace de la fotografía de Yorick Le Saux, otra herramienta central para poder ordenar el film. Cada tiempo tiene su propia colorimetría. Un detalle tan ínfimo como vital, que le da a la obra mayor complejidad.

Los saltos de tiempo se introducen para hacernos comprender la personalidad de los personajes, así como acontecimientos del pasado que influyen en esos presentes. Y de a poco “Little Women” va tomando el camino del coming of age (como “Lady Bird”), donde a través de la cronología las vemos crecer, madurar, enfrentarse al mundo y enamorarse.

Gerwig hace de Jo (Saoirse Ronan) su propio alter ego y visión del mundo. Ser escritora en el Estados Unidos del siglo XIX, y ser cineasta en una industria machista. Dos paralelismos: arte-sociedad. Allí se ve el compromiso de la directora por la obra.

El elenco brilla con –sobretodo- una Saoirse Ronan inmensa, y una Florence Pugh extraordinaria en sus dos caras (niña y adulta). Gran segunda película de Greta Gerwig, quien fue capaz de reinventar y apropiarse de la novela de Alcott. Pudo haber sido otra típica producción de época, pero hay detrás de este proyecto autoría y seguridad en lo que se narra.