LAS HERMANAS SEAN UNIDAS
Greta Gerwig moderniza un clásico de la literatura
Llega una nueva versión del clásico literario de Louisa May Alcott y, aunque nos transporte nuevamente al siglo XIX, la historia de las hermanas March se siente más moderna que nunca.
La novela más famosa de Louisa May Alcott tuvo más de una adaptación desde que Alexander Butler se despachó con la primera versión muda en 1917. Seguramente, las más recordadas por el público sean las protagonizadas por Katharine Hepburn (en 1933), Elizabeth Taylor (en 1949) y la más cercana a nuestro tiempo, la de Winona Ryder en 1994, curiosamente la primera que contó con una directora -Gillian Armstrong- detrás de las cámaras. La historia de las hermanas March se paseó por el cine, la TV y los teatros, tuvo traslaciones ambientadas en la actualidad, pero incluso aquellas que nos remontan a mediados del siglo XIX conservan esa visión moderna que siempre caracterizó a su autora, reflejada en la actitud desafiante e independiente de Josephine ‘Jo’ March.
Greta Gerwig, que ya exploró su propia rebeldía adolescente a través de “Lady Bird: Vuela a Casa” (Lady Bird, 2017), encara su segundo proyecto como realizadora en solitario de la mano del clásico de Alcott, y aunque nunca se aleja de la esencia original, logra dotar a su obra de un modernismo y una vitalidad pocas veces vistas en la pantalla cuando se trata de este tipo de adaptaciones. Gerwig -nominada en la categoría de Mejor Dirección y Mejor Guión Original por “Lady Bird”- vuelve a irrumpir en la temporada de premios con su “Mujercitas” (Little Women, 2019) sin nada que envidiarles a sus contendientes masculinos. Igual, los votantes de la Academia no creyeron relevante destacar el trabajo de Greta detrás de las cámaras, como si un film que aspira a seis estatuillas -incluyendo Mejor Película y Mejor Guión Adaptado-, se dirigiera por sí solo.
Dejando estas injusticias de lado, la directora y guionista decide tomar varios riesgos con su versión y arrancar su relato en el año 1868 cuando Jo (Saoirse Ronan) ya está instalada en Nueva York dando clases, al mismo tiempo que intenta convencer a un editor para que publique algunas de sus historias. De esta manera, la joven aspirante a escritora empieza a entender el despiadado mundo editorial, y a ceder ante los cambios de su obra cuando ya no tiene más opción. La más rebelde de las March necesita el dinero para ayudar a su familia, y tras conocer (y coquetear) con Friedrich Bhaer (Louis Garrel), resuelve volver a su hogar en Concord, Massachusetts, al enterarse de que la frágil salud de su hermana Beth (Eliza Scanlen) está empeorando.
Esta es la excusa para remover los recuerdos y saltar al pasado, siete años atrás, cuando las cuatro hermanas estaban más unidas que nunca, papá March (Bob Odenkirk) seguía peleando en la Guerra Civil, y mamá ‘Marmee’ (Laura Dern) educaba a sus hijas con los mejores valores. Siendo las mayores, a Meg (Emma Watson) y a Jo les toca asistir a las reuniones sociales, puntos de encuentro donde, se espera, puedan conocer a esos futuros esposos que aseguraran su bienestar. Una alternativa que no entra en los planes de Josephine, pero sí en los de su enamoradiza hermana, cuyos anhelos son muy diferentes.
Siempre juntas, en las buenas y en las malas
Entre las miserias de un país en guerra, las chicas conocen a Theodore ‘Laurie’ Laurence (Timothée Chalamet), nieto de su acaudalado vecino, un jovencito de espíritu libre que poco acata los modales y las reglas que se esperan de un hombre de su clase. La actitud de Teddy encaja perfecto con la de las hermanas, forjando de esta manera un vínculo que se extenderá a lo largo del tiempo, más precisamente con Jo y la pequeña Amy (Florence Pugh), la más vanidosa y caprichosa del conjunto.
“Mujercitas” va y viene en el tiempo, reforzando y resignificando cada momento de importancia en la vida de las March y su madurez, siempre desde la mirada de Jo (por supuesto), pero también la de la autora. De manera magistral, Gerwig logra fundir estos dos personajes y hasta sumar sus propias experiencias en un mundo que le resulta tan diferente como conocido. Las costumbres de 1868 serán distintas, pero el lugar de la mujer dentro de la sociedad sigue siendo un tema de discusión y lucha. Greta consigue que los, muchas veces, acartonados y pomposos diálogos de Alcott se sientan auténticos y sinceros en boca de sus protagonistas, sobre todo en Ronan y Pugh, que se roba cada escena en la que aparece y tiene la tarea más complicada encarnando al personaje que más se modifica a lo largo de esta historia.
Laurie, la quinta "hermana" March
Queda claro que Gerwig no está tan interesada en las desventuras amorosas de estas Mujercitas, sino en la fuerza de su relación fraternal. A cada una le otorga una personalidad distintiva (desde el guión y la puesta en escena, como el vestuario y la iluminación) y les da su momento para brillar, aunque Jo y Amy queden en el centro de la escena. Al final, es indiscutible que cada una de ellas tiene sus pequeños sueños y anhelos, y logran cumplirnos en la medida de sus ambiciones. Ninguna se muestra conformista, aunque deba ceder terreno, pintando diferentes retratos del lugar de la mujer, no sólo en el siglo XIX, sino en la actualidad, demostrando que Alcott era una avanzada para su tiempo, allá de que escribía para un público meramente juvenil.
“Mujercitas” tienen un humor inusual (que encaja a la perfección) y una emotividad a flor de piel que nos salpica gracias a las actuaciones de un grandísimo elenco (no nos olvidemos de Tracy Letts, James Norton, Chris Cooper y Meryl Streep), pero también de las destrezas artísticas de Greta detrás de las cámaras que elige cada plano y ángulo con sabiduría, y no sólo para adornar una “historia romántica”.