Una de las claves para que una comedia romántica funcione es que sea fluida y creíble, que el espectador pueda identificarse e involucrarse con las peripecias, penurias y logros de sus protagonistas. Ese verosímil y esa capacidad de seducción escasean en este film del irregular Nick Cassavetes, director que no parece haber recibido los genes, el talento ni la capacidad de provocación de su padre John.
Este guión de la debutante Melissa Stack intenta reciclar algunos aspectos de las películas de Judd Apatow y Paul Feig, pero todo -desde su supuesta irreverencia hasta los elementos escatológicos- resulta demasiado forzado, artificial, prefabricado e inevitablemente falso. Comedia (es un decir) sobre la guerra de los sexos y la solidaridad entre mujeres para concretar una venganza contra un hombre, eleva en la comparación a discretas películas como las de Sex and the City o a El club de las divorciadas a la categoría de obras maestras (o casi).
Las tres protagonistas (las víctimas que luego pasarán juntas al ataque que anuncia el título de estreno en castellano) son la sufrida esposa Kate (Leslie Mann) y las también engañadas amantes Carly (Cameron Diaz), una poderosa abogada de Nueva York; y Amber (la modelo Kate Upton), que es presentada como una nueva versión de la Bo Derek de 10, la mujer perfecta. Y está, claro, Mark King (Nikolaj Coster-Waldau, de Game of Thrones), como el galán irresistible, un seductor machista, mentiroso compulsivo y manipulador.
Casi todo el acento cómico del film está puesto en el histrionismo de Cameron Diaz, pero más allá de un par de escenas simpáticas se extraña el desparpajo y hasta la capacidad para sacar provecho del ridículo que había mostrado no hace mucho en títulos como Malas enseñanzas o El abogado del crimen. Lo de Leslie Mann, en cambio, es bastante digno, sobre todo en el terreno del humor físico.
Con una musicalización obvia y torpe (que incluye la melodía de Misión: Imposible, de Lalo Schifrin, cuando salen? en misión; y la de "Girls Just Want to Have Fun" cuando quieren? divertirse), Mujeres al ataque no sólo resulta una comedia fallida y previsible (se pueden adivinar sin dificultad todas las resoluciones) sino también muy convencional (por no decir reaccionaria) en su mirada a la mujer de hoy.
Lo que parece ser en principio una reivindicación de la independencia, es en verdad una descripción de estereotipos femeninos incapaces de definirse si no es en función de los hombres. Una pena.