La revolución conservadora
Las comediantes femeninas están mostrando un gran protagonismo en la pantalla grande como hace tiempo no sucedía. Películas como Despedida de Soltera (Bachelorette, 2012), Malas Enseñanzas (Bad Teacher, 2011), Chicas Armadas y Peligrosas (The Heat, 2013,) y el punto más elevado, Damas en Guerra (Bridesmaids, 2011), son buenas muestras del talento femenino en el humor. Mujeres al Ataque (The Other Woman) se suma a esta oleada, lamentablemente, y a pesar de sus dos buenas protagonistas (no hablo de Kate Upton), la película flaquea en más de un aspecto.
La historia de Mujeres al Ataque arranca con la Carly (Cameron Diaz) y su flamante “príncipe azul” Mark (Nikolaj Coster-Waldau). En ese inicio, un montaje de momentos apasionados y románticos, nos presenta una relación perfecta. Una casualidad lleva a la exitosa y sexy abogada a descubrir que su príncipe tiene una princesa, con alianza y todo, a las afueras de la ciudad. Esta “princesa” es Kate, interpretada por Leslie Mann, y ocupa el lugar del ama de casa de los cincuenta, la esposa pintada que gira alrededor del marido. El encuentro de estas dos mujeres y posterior amistad, es lo más divertido y sincero de la película, hay química, y ellas son lo que nos permiten mantener el interés en esta comedia de venganza. La aparición de otra mujer, más joven, más sexy, más tonta, Amber (Kate Upton), permite poner en perspectiva desde diferentes puntos de vista el engaño de un hombre. Entre las tres comienzan perpetrar el desquite contra este estafador serial. Ahora, cuando las “ideas” para una comedia giran entre poner laxante en una bebida y hundir el cepillo de dientes en el inodoro, uno da cuenta de la originalidad que nos va a deparar la historia.
Mientras la película intenta exponer una historia revulsiva, la realidad es que sostiene el statu quo.
Aunque con los recursos utilizados para el humor (un perro de raza Gran Danés defecando en un living, por nombrar otro ejemplo) uno pueda sentirse defraudado (o no), lo que molesta es la ideología que termina por manifestarse. Eligiendo el punto de vista femenino frente a un enemigo común, su rebelión es tramposa. Mientras intenta exponer una historia revulsiva, la realidad es que sostiene el statu quo. Pareciera que el gran problema con Mark es el engaño, la existencia de otra mujer, y en definitiva, ellas son una respuesta al accionar del hombre, como si fuera necesario para impulsar un cambio (aunque finalmente solo sea permutación). Kate (Mann) vivía siendo una esposa pintada pero sin cuestionarlo hasta ese momento, la resolución le depara, a falta de un hombre, el ser millonaria (así de sutil se representa el “éxito” en la vida). Amber (Upton), la bomba sexual, era consciente del lugar que ocupaba con Mark, finalmente, va a ocupar el mismo lugar pero para un sugar daddy/viejo con guita. Y Carly (Diaz), la más independiente de las tres, debe formar una familia (hay hombres buenos rondando el mundo), porque una mujer sola y sin hijos, al parecer, no puede ser un final feliz. Todo un mundo de ensueño de dólares, esposos o sugar daddys.