Mujeres al ataque es una comedia ligera con Cameron Diaz al frente de un trío femenino vengativo.
La idea disparadora de Mujeres al ataque resulta atractiva e interesante: tres chicas que salen con un mismo hombre y que en lugar de agarrarse de los pelos se sobreponen a la herida del ego afianzando la cofradía del género. Acostumbrada a la comedia, Cameron Diaz se mete sin problemas en la piel de Carly, una abogada exitosa que después de los 40 permite la entrada del amor en su agenda.
El conflicto se activa cuando la blonda, metamorfoseada por circunstancias cómicas en una sexy plomera, destapa la cañería de mentiras y descubre que su novio modelo está casado con la sumisa y adorable Kate (Leslie Mann). Aunque su propósito sea hacer correr la relación como agua que se va por el retrete, la desequilibrada esposa no dejará tan tranquilas las cosas. Y esa es la vertiente humorística que mejor funciona en la película: las reacciones ambiguas de una mujer cuando se encuentra cara a cara con “la otra”.
Oscilando cómicamente entre la competencia y la empatía, Carly y Kate logran hacerse grandes amigas y planean una venganza contra el estafador de corazones. Con Díaz afianzada en el registro y Mann que sorprende robándose el protagonismo, el director Nick Cassavettes fue por más y sumó Kate Upton, que si bien funciona como un color adicional (al igual que la rapera Nicki Minaj), aparece un tanto desdibujada en medio de los otros dos pilares de la trama.
Así termina de conformarse el trío vengativo y allí empieza también a resbalar la idea original. El plan de las despechadas parte de un laxante puesto en la comida del galán y transita por un sinfín de situaciones infantiles y trilladas. Cosas ya vistas, acompañadas por canciones ya oídas (el clásico punteo de Misión imposible y New York, New York de Sinatra, como para mencionar algo del gastado catálogo) se acoplan en una historia que termina desembocando en un final predecible y simpático.
Aun con sus desvíos, la película tiene sus momentos logrados. Sucede que en lugar de obstinarse por dejar al Don Juan moretoneado y desbancado, guionista y director podrían haber buscado el humor en lo que tiene de hilarante la cuádruple relación, operando un sencillo cambio de mira: de las mujeres al ataque a las mujeres atacadas y salvadas por ellas mismas.