Muy poco fútbol
Las intenciones y posturas temáticas, de contenido, políticas incluso de Mujeres con pelotas son irreprochables. Las historias de las mujeres que practican el fútbol -como jugadoras, directoras técnicas o árbitras- están a la vista pero a la vez son permanentemente ocultadas e ignoradas, y merecen ser contadas. Pero claro, no se trata sólo de qué contar, sino de cómo contarlo. Ahí empiezan, lamentablemente, toda una serie de problemas en este documental:
1) Para empezar, hay un claro y grave error con el título del film. Lo de “Mujeres con pelotas” remite, es evidente, no sólo al hecho de que las mujeres practican el fútbol con una pelota (como también lo podrían hacer con el básquet, el vóley y tantos deportes más), sino también -y principalmente- a la valentía con que lo hacen, enfrentando una cantidad casi infinita de obstáculos deportivos, institucionales, sociales, culturales, económicos, familiares, etcétera. Ahora, si para resaltar que esas mujeres son valientes hay que decir que tienen “pelotas”, o sea “huevos” -como los hombres-, estamos en serios problemas. Las mujeres que protagonizan este film -permítanme ser un poco crudo- no tienen ni pelotas ni huevos, ni nada que las asemeje a los hombres: tienen ovarios y tetas, a las que portan con mucho orgullo, y lo bien que hacen. Son valientes desde su femineidad y no desde una masculinidad que no les corresponde ni las representa. De ahí que el título, torpemente futbolero, no tenga nada que ver con lo que se quiere narrar.
2) Mujeres con pelotas recurre a muchos testimonios, no sólo de las mujeres que habitan -o luchan por habitar- las canchas de fútbol argentinas, de dirigentes o personajes vinculados al fútbol, sino también a periodistas. Que los rostros que más hablan a cámara sean los de Gastón Recondo, torpe hasta para decir cosas más o menos interesantes, y Víctor Hugo Morales, siempre con su manual de corrección política a cuestas -“no sólo los hombres son machistas, también lo son muchas mujeres” (¡oh, qué gran descubrimiento!)-, no es lo más problemático. Tampoco que las cosas que se digan sean en general poco novedosas y no pasen de las verdades de perogrullo. Lo peor es que todos los periodistas que hablan en el film son… hombres. Es llamativo que una película que tiene como tesis principal el darle un lugar de jerarquía a la mujer dentro del fútbol pareciera no tomar en cuenta que hay muchas mujeres dedicadas al periodismo deportivo y que podrían tener su propio punto de vista respecto al fútbol femenino, la forma en que se juega, por qué es tan poco aceptado y respaldado en nuestro país y cuáles serían las medidas a implementar para revertir esa situación. Pero no, en un documental sobre el fútbol femenino, los que hablan y comentan, desde una distancia genérica abismal, son hombres.
3) Finalmente, Mujeres con pelotas es un documental en extremo disperso, donde en apenas 75 minutos se intentan abarcar variables de todo tipo. Pareciera que el foco fuera inicialmente las motivaciones, obstáculos, alegrías y tristezas de un equipo de fútbol de la Villa 31 que lucha por llegar a disputar la Copa Mundial de Homeless de Brasil. Sin embargo, también se muestran a jugadoras de otros clubes, de la Selección Nacional de Fútbol Femenino, a entrenadoras, se hace hincapié en factores culturales y dirigenciales -el rol de la AFA, por ejemplo-, en cuestiones de entretenimiento y unas cuantas cosas más. La película hace referencia a casi todos los tópicos vinculados a su tema central, hay hasta sobreabundancia de testimonios, pero casi no se muestra a las mujeres jugando al fútbol. Es decir, se habla de la lucha de estas mujeres, pero no se muestra por lo que luchan. No deja de ser paradójico que en un film donde en un momento surge la queja -absolutamente válida- de que no hay transmisiones televisivas del fútbol femenino argentino, no se aproveche a fondo la oportunidad de mostrar eso que está invisibilizado. Lo que más falta en Mujeres con pelotas es fútbol. Hay, sí, unas cuantas secuencias de montaje donde se exhiben las habilidades individuales de las mujeres. Pero nunca se las ve jugando al fútbol, es decir, a ese deporte donde hay que armar toda una serie de circuitos grupales para llegar al gol y para defender el arco propio. No hay jugadas, tácticas, momentos de tensión, ni nada parecido. Esa ausencia del deporte amado por estas mujeres es la gran oportunidad perdida de este film.