Uruguay, 1980. La dictadura militar, en el Poder desde 1973, se siente firme para legitimarse a través de un Plebiscito Constitucional. La Asociación Uruguaya de Fútbol (A.U.F.) desea contrarrestar la amargura de la eliminación de la selección para el Mundial de Argentina 78. Casualidad o causalidad, tanto los dictadores como las autoridades de la A.U.F, éstos últimos con el apoyo expreso de la FIFA, coinciden en jugarse todo su prestigio durante los meses finales de ese año. Los resultados de ambos emprendimientos son muy diferentes. La Constitución que promueven los militares es rechazada por la ciudadanía. En cambio, el apócrifo torneo mundial del que sólo participan, además del dueño de casa, los también campeones mundiales Argentina, Brasil, Alemania e Italia, más el dos veces vice campeón Holanda en sustitución de la renunciante Inglaterra, se convierte en un éxito doble, o triple. En la cancha, Uruguay obtiene el trofeo. Fuera de ella, tanto el gobierno como la silenciosa y silenciada oposición encuentran méritos para apropiárselo. ¿Quién tiene razón?