La disciplina de la rana.
A diferencia de la televisión privada (o de cualquier iniciativa de este carácter), la televisión pública ha debido transitar un camino difícil en los Estados Unidos debido a la necesaria justificación y los debates que cualquier proyecto estatal conlleva. A fines de los años sesenta hubo un programa infantil que combinó la característica norteamericana de la misión televisiva como entretenimiento, la intención educativa, la burla satírica y un lenguaje cómico -mordaz e inocente a la vez- con una teoría pedagógica que marcó a varias generaciones. Ese programa se llamó Plaza Sésamo.
La tarea de combinar entretenimiento y educación parece hoy una quimera del pasado, una utopía insensata que levanta sus lanzas contra la marea imparable de la lógica de la especulación y el lucro capitalista. Para muchos equipos de marketing esta combinación no solo es inútil sino que es subversiva, ya que cuestiona que nuestro tiempo pasivo frente a las pantallas sea vendido a las empresas como publicidad y puede ser, por lo tanto, el comienzo de un despertar del descontento por parte de un público cada vez más insensibilizado y confortablemente adormecido.
De la mano del proyecto de televisión pública para chicos llevado a cabo a mitad de los años sesenta por Joan Ganz Cooney, una productora que había ganado varios premios por su labor educativa, Plaza Sésamo fue cobrando vida. Así comenzó la era de los Muppets, una mezcla de marioneta (marionette) y títere (puppet) cuyo sentido del humor burlesco estaba basado en estudios pedagógicos y didácticos y teorías varias sobre la educación.