El crimen puede ser muy divertdo
Los Muppets participan, sin querer y sin saberlo, del maléfico plan de un criminal de gran parecido con la rana Kermit.
Son adorables, cómicos, ingenuos y, salvo al Oso Figaredo (o Fozzie) como para ponerlos en la mesita de luz. Los Muppets han regresado en otra comedia con un malvado muy malo que atenta contra ellos, pero en especial se vale de la ingenuidad de los muñecos creados por Jim Henson para llevar adelante su malévolo plan.
Que Constantine, una mente criminal, un maestro del delito, sea casi idéntico a la Rana René (o Kermit), salvo por un lunar cerca de los labios (¿las ranas tienen labios?) y nadie lo distinga aunque tenga una voz diferente, pronuncie con acento ruso y se tape (mal) el lunar con crema verde, no debe sorprender a nadie.
Muppets 2: los más buscados tampoco sorprende, porque su humor es blanco, como siempre, pero esta vez también hay dardos hacia Hollywood -por su secuelitis aguda-, y hasta se ríe de sí misma con su propia secuela. Y, también, de los críticos de cine.
La película arranca ni bien terminada la de 2011, pero sin que medie explicación alguna de por qué ya no están más que de espaldas en la primera escena Gary (Jason Segel) y Mary (Amy Adams). Sí sigue el pequeño Walter, su nuevo amigo, y, ya reunidos, los Muppets aceptan la sugerencia de un productor (Dominic Badguy) de hacer un tour por Europa. Es una pantalla, ya que lo que planea, una vez que Constantine se fugue de una prisión rusa, es reemplazarlo por Kermit, e ir robando obras de arte y siguiendo pistas para finalmente alzarse con las joyas de la Corona británica.
La trama es lo de menos y cada escena está hecha para lucimiento de los muppets. Algunos extrañaremos mayor protagonismo del perro pianista Rowlf, o El chef, pero el staff, el círculo íntimo de Kermit (Miss Piggy, Figaredo, Gonzo y hasta Animal) están allí para regocijo de todos.
La cantidad de cameos de estrellas invitadas, como en Los Muppets, es mucha y vamos a dejar que cada uno los descubra. Tina Fey es la guardia de la prisión en Siberia, Riky Gervanis, el Número 2 del crimen, y Ty Burrell, el agente francés de Interpol que sigue los robos, trabajando codo a codo y ala con ala con Sam, el Aguila, de la CIA.
Hay canciones con letras y coreografías muy bien resueltas, golpes de efecto humorísticos logrados y un clima festivo que, aún pese a las preocupaciones por el destino de Kermit -encerrado en un calabozo siberiano- sigue con la marca de los muñecos. Que, por séptima vez en la pantalla grande, vuelven a deleitar a los chicos, y a los adultos, que volvemos a ser niños sentados viendo a los Muppets.