Reseñábamos el regreso de los Muppets apenas el año pasado, diciendo que nos encantaba tenerlos de vuelta en la pantalla grande. Ahora, apelando al mismo formato de autoparodia y musicales, pero con el añadido de una especie de thriller de acción y policías y ladrones, llega la secuela con Constantine, el gemelo malvado de Kermit (nunca me acostumbraré a los gringos, siempre será René), que escapa de un Gulag Ruso, suplantando a la rana adorada y robando las joyas de la corona británica. Todo esto nos da oportunidad de presenciar varias ciudades del mundo (Berlín, Dublín, Madrid, Londres), y de disfrutar de numerosos cameos a lo largo del filme que hacen muchas de las delicias del filme.
No vamos a decir que es mala, por que no lo es. Pero sí se queda corta a comparación de su antecesora. Más allá de que algunos chistes puedan sentirse repetidos o que los tantos personajes de peluche no tengan mas que un par de diálogos en toda la película (aquí ya no es Walter el protagonista, sino Constantine y Kermit), pareciera que la intención de hacer una película de acción no quedó totalmente clara y no parece sino una nueva forma de explotar a los personajes. Ya quedó claro que pueden cantar y bailar, y que las situaciones cómicas son en su mayoría de los artistas invitados interpretándose (y parodiándose) a sí mismos, pero, por mucho, esta secuela nos queda a deber la frescura de la primera parte.
Entretenida, eso si, y seguramente con nueva nominación al oscar del 2015 por sus números musicales, Los más buscados no es precisamente la gran secuela que no se cansaron de anunciar por todos lados.