La nueva película de los revitalizados (y queridos) Muppets arranca desde el mismísimo final de la anterior. Apenas comenzada nos arrolla un maravilloso número musical sobre la autoconciencia de las secuelas y el negocio del cine: el éxito da pie a las secuelas. Uno se siente arrastrado otra vez por el fervor de la multicolor ola de peluches. Ese comienzo es gracioso y feliz, pura genialidad. A medida que se va desarrollando la película se va desinflando ese entusiasmo inicial, aunque por fortuna, uno nunca lo abandona del todo.
Parte de la historia, al igual que la primera, es una road movie. La diferencia radica en que en vez de reencontrarse con sus personajes (aquel hermoso recorrido que ganaba en nostalgia) aquí se trata de del desmembramiento de la familia muppet. La aventura surge de un engaño de Dominic Badguy (interpretado por el británico Ricky Gervais) para hacer una gira europea. Lo que no saben nuestros Muppets es que todo es una trampa para suplantar a la rana René (Kermit para esta nueva era) por Constantine, un peligroso ladrón que resulta ser casi un clon de nuestro héroe (“casi” porque un lunar facial se presenta como juguetona diferencia). René /Kermit termina preso en un gulag en Siberia, mientras el malvado queda con la troupe recorriendo Europa. El film entonces se parte. Por un lado la gira, donde se intercalan aciertos con chistes faltos de timing. Por el otro la prisión rusa, de lo mejor de la película, tanto por el despliegue de los actores involucrados (donde brilla Tina Fey como la dura y musical Nadya) como por el absurdo de las situaciones dentro de ese lugar.
La estructura de persecución de la autoridad (humana, interpretada por Ty Burell, y Muppet, a cargo del personaje Sam Eagle) y recorrido europeo en tren, resulta muy similar al de Madagascar 3: Los Fugitivos. En aquella, la propuesta narrativa y visual resultó toda una sorpresa. En Muppets 2: Los más Buscados, se observa desorden y el desacierto de algunas decisiones, como el caso de que Dominic y Constantine tengan más tiempo en pantalla que otros personajes emblemáticos. También en esta continuación se extraña la alegría ingenua y soñadora de la dupla formada por Amy Adams y Jason Segel. La incorporación de Gervais le brinda un tono seco e irónico, pero atado, apto todo publico. Ahí radica el problema, el estilo del inglés suele ser más irritante y sarcástico, queda lavado dentro de una película familiar.
Ante la ausencia de cohesión narrativa pareciera que las ideas para sostener el film fueran las canciones y el incontable número de cameos.
Respecto de las canciones, las de Bret Mckenzie (de Flight of the Conchords y ganador del Oscar por Man or Muppet) son las que destacan: We’re Doing a Sequel y I’ll Get What You Want (Cockatoo In Malibu) son una gloria. En cuanto a los cameos, algunos son acertados e inesperados, pero muchos son un desperdicio, el guiño y poco más.
Muppets 2: Los más Buscados es una película que se disfruta y deja una sonrisa, pero que fatídicamente se ve atrapada en el dilema que proclama la propia canción We’re Doing a Sequel (Estamos haciendo una secuela) que da inicio a la película: las segundas partes nunca son buenas. En este caso, apenas por poco.