Coco "Muralla" Rivera fue un gran arquero de fútbol en los 80. Ahora se convirtió en un hombre solitario y alcohólico que se desempeña como chofer. Cuando le informan que su hijo deberá ser sometido a un trasplante, acudirá a sus amigos para que lo ayuden en este trance. Pero lo que él ignora es que estos pertenecen a una organización que secuestra a mujeres jóvenes, en la que terminará involucrado, hundiéndose en una espiral de malas decisiones. El director Gory Patiño logró en esta producción boliviana insertarse en la trayectoria de su protagonista (buen trabajo de Juan Carlos Aduvini) y logra así un film en el que suspenso y violencia se unen para retratar a su agónico protagonista.