Un padre que se encuentra desesperado porque su hijo está enfermo y a punto de morir, lo más probable es que haga locuras y Jorge (Fernando Arze) no es la excepción dentro de esta historia creada y desarrollada en un país con escasa tradición cinematográfica como es Bolivia.
El director Gory Patiño, inspirado en hechos que ocurren realmente, filmó una película donde los malos predominan la escena diaria. y estar al margen de la ley es lo habitual.
En ese submundo marginal vive Cacho (Cristian Mercado), el único amigo del protagonista, que, ante la necesidad de conseguir dinero. le encarga un trabajito con buen rédito, que le entregue algún individuo a un grupo mafioso, lo que se conoce como tráfico de personas. Arrinconado por las circunstancias Jorge acepta sin medir las consecuencias y, para cuando se arrepienta. va a ser demasiado tarde.
Aquí, todos hacen lo que pueden para sobrevivir. Jorge es chofer de un minibús alquilado y tiene un pasado glorioso como arquero de fútbol, por eso el sobrenombre “Muralla”, pero la plata no le alcanza para la operación de su hijo, que termina muriendo. La decadencia, depresión y el estado de abandono personal están muy bien representado por el ex deportista, pero describen demasiado el espiral descendente que transita, por lo que se hace excesivamente extenso y redundante, de tal modo que cuando le toca convertirse en héroe el relato está sumamente avanzado.
Con una música instrumental de fondo, que sólo sirve para rellenar un hueco porque no le aporta gran cosa, y una disparidad de situaciones que confunden al espectador, se compensa con el criterio artístico de la utilización de la cámara que cuenta con ángulos poco utilizados dentro de la llamada “industria cinematográfica”, y le aportan originalidad para tratar un tema espinoso donde al ser humano capturado se lo llama “bulto” y que se los trafica si son mujeres jóvenes,. y si son varones son sometidos a experimentos por Nico (Pablo Echarri), un médico al que le atrae mucho más el dinero que la vida humana.
Planteadas así las circunstancias, en el que impera la ley del más fuerte, y que tiene los mejores contactos con el poder, no queda otra que reflexionar cómo todo se vuelve en contra y el que mal anda, mal acaba.