Murciélagos

Crítica de Diego Batlle - La Nación

En medio del aluvión de producciones hechas en pleno confinamiento hogareño ( Netflix acaba de estrenar Hecho en casa y en simultáneo se lanzó la rumana 9 relatos de amor y odio en cuarentena ), llega esta antología de ocho cortos dirigidos y protagonizados por un auténtico seleccionado del cine argentino.

Si bien ciertas problemáticas se repiten en relación con esas y otras producciones extranjeras (la angustia por el aislamiento, la soledad, las crisis de pareja o las nuevas relaciones a distancia), hay en Murciélagos varias cuestiones que solo podían filmarse en la Argentina, como las del corto "El médico", de Daniel Rosenfeld , en el que Oscar Martínez interpreta a un doctor gay que es intimidado, amenazado por sus vecinos del edificio por el supuesto riesgo de contagio, al extremo de no animarse a abrir la puerta cuando le tocan el timbre: un encierro íntimo dentro de un encierro general.

Las desventuras de un padre recientemente divorciado ( Luis Ziembrowski ) que se ha mudado a una casa prestada y debe lidiar con la crianza de su hija preadolescente en "Separado", de Paula Hernández ; o la tragicómica relación de amor solapada y a distancia entre un ferretero ( Carlos Belloso ) y una joven que se ha quedado sola ( Moro Anghileri ) en "El desacato", de Hernán Guerschuny , son dos de los mejores segmentos de un proyecto irregular, con inevitables desniveles, pero también con unos cuantos hallazgos de humor negro (y con unos cuantos murciélagos, "culpables" de la pandemia, sobrevolando en pantalla) que intentan sintonizan con las sensaciones propias de estos tiempos de nuevas experiencias individuales, familiares y sociales.