El que está solo y en silencio. El que está solo y conspiranoico, hablando (solo) sin parar. La pareja rota obligada a convivir 24/7, que prefiere charlar con la vecina antes que entre sí. El padre separado con hija en un monoambiente prestado. El médico refinado que recibe notas de los vecinos: "Andate, nos vas a contagiar a todos". Son algunas de las escenas de la vida cotidiana en cuarentena que animan los ocho cortos de Murciélagos. La película argentina producida por Amnistía Internacional que puede verse en la sala virtual de su sitio, a cambio de donaciones que irán al banco de alimentos.
Desde su título, con los pobres murciélagos que supuestamente detonaron la pandemia como leit motiv, hay un guiño al humor (negro). Que dialoga con el tono de algunos de los cortos. A cargo de distintos directores (Daniel Rosenfeld, Tamae Garateguy, Paula Hernández, Hernán Guerschuny, Azul Lombardía) y con un elenco notable frente a cámara: Peto Menahem, Luis Ziembrowski, Carlos Belloso, Moro Anghileri, Julieta Vallina, Oscar Martínez, Juan Pablo Geretto, entre varios otros. Todos trabajaron ad honorem y, claro, desde sus casas. Con dirección general (de actores, encuadres, luz, puesta en escena general) a la distancia, lo cual otorga mérito extra a los hallazgos y suaviza lo menos logrado.
Es que lo desparejo del conjunto parece inevitable. Entre lo mejor destacan "Separado", en el que Paula Hernández dirige a su pareja, Luis Ziembrowksi, y a su hija Clara, con guion del actor. Un padre separado que intenta deconstruirse y a la vez hacer las horas llevaderas para su hija, entrenando en la terraza del monoambiente que le prestaron. Con inteligencia y sensibilidad, un relato redondo, sutil y con un humor agridulce. O la original "Bebé chino", suerte de unipersonal interpretado y dirigido por Azul Lombardía: una embarazada casi a término, con el padre de la criatura en la distancia, que busca nombre para la criatura.
Y sin duda "El médico", de Daniel Rosenfeld, que cierra la película, con Oscar Martínez como el señor fino y solitario que se animará a blanquear sus sentimientos personales mientras los vecinos de su edificio de categoría lo acosan por entrar y salir para ir a trabajar (salvando vidas). El plano fijo sobre Martínez, cenando solo en la cocina de su casa y hablando con su hija, es de lo mejor de Murciélagos. Así como su emotivo final, que no requiere palabras.