Los ocho relatos de Murciélagos tocan diversos temas, destacan ser un registro de usos y costumbres surgidas del imaginario citadino en cuarentena. En diversos registros y formatos, claramente surgidas de las propias ganas de hacer, divertirse y reflexionar. Historias divididas por una suerte de “separadores” tan divertidos como interesantes: ¿Qué sucede cuando un murciélago entra en casa? La histeria y el ridículo se apoderan de los personajes atentando irrisoriamente contra el indeseable huésped.
La pandemia impone nuevos ejercicios, mantener las rutinas en aislamiento se ha vuelto todo un desafío. Patas para arriba las cosas toman múltiples matices, una hospitalidad inusitada nos obliga a convivir con un virus que traduce y expone las desigualdades de nuestra comunidad.
La propuesta de Murciélagos le marca la cancha al virus, muestra que la fragilidad biológica no será excusa suficiente para seguir sacrificando los proyectos y el porvenir. El imaginario del distanciamiento social encuentra una fisura significativa tanto en estos relatos como en la expectación desde nuestras casas.
La permanencia en el hogar se entiende como permanencia en una comunidad, la del cine y sus actores, pensadores y creadores tiende un abrazo a quienes encuentran su sensibilidad atada a dicho lenguaje. No contentos solo con ello hoy se encuentran ampliando su red a un proyecto solidario, en pos de llegar a quienes no encuentran reparo en lo propio y necesitan hoy del apoyo de la comunidad. Se trata de redes de contención que hoy viendo trastocados nuestros mapas permiten ampliar los horizontes, los territorios de acción, evidenciando creativas dinámicas de acción. Loable signo de salud que llega para instalarse en nuestras comunidades.