Un aceptable track
Música, fiesta y amigos (2015) no es, contrariamente a lo que dice su nombre, sólo una película de fiesta, diversión universitaria y descontrol al estilo American Pie (2010) y Proyecto X (2012). Es el ascenso forzoso y difícil para salir adelante, con los condicionantes que aparecen el día después de terminada la fiesta.
La música electrónica es el eje e influencia en una historia sobre un grupo de jóvenes que buscan cumplir sus sueños con una vida de excesos y decisiones, tanto malas como buenas. Cole (Efron) es un DJ que, junto a sus amigos de la niñez, buscan superar las barreras del barrio donde crecieron, el valle detrás de Hollywood; para llegar a la tierra prometida o a ese lugar ficticio que la ciudad de los famosos ejemplifica como sus sueños. La parte argumental de la película es predecible y lineal hasta que surge un punto de ruptura que trae consecuencias importantes para cada personaje. Un film que va un poco más allá y reflexiona sobre lo que pasa el día después de una noche de juerga y los límites, excesos y riesgos por los que caminan diariamente, entre drogas y otras cuestiones.
Max Joseph hace una aceptable dirección con secuencias introductoras de la electrónica, explicándole al espectador de quq manera ésta repercute en nuestro cuerpo y como se relaciona de manera fisiológica con nuestros latidos y sentidos. Zac Efron, a pesar de seguir con el estereotipo de ser el chico lindo y malo fuera del colegio, cumple y transmite emoción en su búsqueda intermitente por llegar a destino. Emily Ratajkowski padece el mismo síntoma que Efron pero logra salir airosa gracias a su sensualidad, a pesar de cosechar una actuación modesta. El cast en general pasa la media y entrega una buena performance que suma a la exigencia del film.
Grandes temas de artistas internacionales de este género musical vibran y acompañan a la perfección el relato accidentado de Efron y compañía, con tracks pegadizos y de calidad, como el de la banda Justice y el nombre que da título al film.
Música, fiesta y amigos busca diferenciarse del resto desde su mensaje hasta en la manera en que constata su relación final con la electrónica: la autenticidad de un beat, de un track que lleve al protagonista al estrellato, está en las pequeñas cosas cotidianas que nos rodea, y no en un sonido preestablecido generado en una cpu.
El film amplía los límites de la comedia-universitaria estadounidense nutriéndose de la amistad y la electrónica, directamente relacionada a las drogas con un mensaje diferente y especial acerca de las decisiones sobre cómo alcanzar los objetivos personales.