Las chicas sólo quieren divertirse (y para algunos es un pecado)
Premiada en el Festival de Cannes y precandidata al Oscar extranjero por Francia, esta ópera prima de la turca Ergüven es un duro y al mismo tiempo sensible retrato de la adolescencia femenina en el seno de una rígida y represiva familia.
Cinco hermanas pre y post adolescentes disfrutan de haber terminado el ciclo lectivo y aprovechan el verano para meterse con unos compañeros en el mar para unos juegos bastante inocentes. Sin embargo, para varios integrantes de la conservadora comunidad de ese pueblo del norte de Turquía ese tipo de comportamientos son inaceptables y escandalosas.
Las chicas han perdido a sus padres y son criadas por una abuela algo permisiva, pero el estricto y por momentos cruel tío ha decidido que las chicas deben ser controladas (reprimidas). Primero, son casi confinadas a permanecer en la casa/prisión y a usar ropas que no sean “tentadoras” y luego son obligadas a casarse en matrimonios por conveniencia arreglados por los adultos de las distintas familias. Pero no todas están dispuestas a aceptar las reglas tradicionales (patriarcales) e iniciarán distintos actos de rebelión con, claro, múltiples e inesperadas consecuencias.
Esta suerte de Las vírgenes suicidas turca tiene una sensibilidad poco frecuente para exponer los más íntimos códigos de las relaciones entre mujeres y, más allá de su sentido políticamente correcto (feminista) contra el extremismo y el fanatismo que va ganando terreno en Turquía, se trata de una película inteligente y conmovedora, un extraño crowd-pleaser que pasa de la tragedia a la comedia (y viceversa) con una facilidad asombrosa.
Un prometedor debut de esta joven directora, que tuvo como coguionista a la francesa Alice Winocour y al enorme Warren Ellis en la música. Los múltiples premios y nominaciones obtenidas lo ubican como uno de los descubrimientos cinéfilos de 2015.