Mustang

Crítica de Horacio Bernades - Página 12

Rebelión contra el patriarcado campesino

Desde que se presentó en Cannes el año pasado, la coproducción franco-turca Mustang cumplió con todas las escalas del cine global de festivales, mostrándose en una veintena de eventos internacionales y convirtiéndose en opción para la categoría Mejor Film Extranjero, tanto para varias asociaciones de críticos estadounidenses como en los Globos de Oro (perdió con la competidora húngara) y hoy se verá si también para los electores de la Academia de Hollywood. ¿Por qué tanta repercusión? Porque en ella cinco chicas huérfanas –preciosas todas– son reprimidas por su familia turca, rebelándose contra el patriarcalismo campesino. Chicas lindas, represión social, coraje para rebelarse, atraso cultural de un entorno conservador: boccato di cardinale para el paladar del público medio euro y yanquicéntrico. Bien filmada, encima, y con aires de modernidad. Con lo cual la ópera prima de la cineasta turca Deniz Gamze Ergüven, afincada en Francia, se ganó también a los críticos. Cartón lleno.Aunque no carece de incidentes, alguno trágico incluso, Mustang no pone el acento en la peripecia, apostando en su lugar a un tipo de relato “líquido”, hecho de la relación sensorial entre la cámara y sus heroínas, antes que de una estricta sucesión de acontecimientos. De allí su aspecto moderno. Conflicto para todo público, estilo moderno: recorrido internacional asegurado. De entre las cinco hermanas se destaca desde la primera escena la menor, Lale, que andará por los once años y cuyas lágrimas ante la maestra de la que va a separarse hacen de ella el centro emocional del film. Todas de largas y libérrimas cabelleras, basta que las hermanas se metan al agua con un par de compañeros de colegio para que la abuela, encargada de su cuidado junto a un tío, las zamarree por licenciosas. Peor será cuando llegue el tío, patriarca de bigotes bien turcos. De allí en más a las chicas se les prohibirá salir de casa si no es para ir al colegio, se las intentará educar en el arte de la cocina y, cuando estén en edad casadera, la familia elegirá marido por ellas. Si se rebelan se incrementarán las medidas de seguridad, levantando nuevas rejas y convirtiendo la casa en algo cada vez más parecido a una prisión.Como las chicas sí se rebelan, escapándose varias veces –en algún caso guiadas por las hormonas, en otro por la libertad que representa poder trasngredir por un rato el coto masculino, invadiendo un estadio de fútbol–, el conflicto que anima Mustang se vuelve, de tan transparente, tautológico. Asegurada la conexión con el público, la realizadora se da tiempo para trabajar extensivamente con las actrices, logrando que además de lindas todas sean expresivas, y en la puesta de cámara, en manos del francés David Chizallet y el turco Ersin Gok. La indicación es que la cámara las siga siempre, manteniendo todo lo posible el plano sin cortes. Las largas cabelleras de las jóvenes actrices parecen hechas para moverse, la cámara también y el resultado es un film de indudable dinámica visual e ininterrumpido fluir narrativo. Lo demás queda en manos de la identificación del espectador, asegurada por la batalla entre el lema “las mujeres, a la cocina y el matrimonio” y la revuelta de las chicas, cuyo carácter refrenda el título, al compararlas con caballos (o yeguas) indomables.