Gozosa revancha de una directora turca
Turquía. Un pueblo del interior. Las clases terminaron. Se va una profesora muy querida, pero llegan los días lindos. Caminando junto a la orilla del Mar Negro, cinco hermanas, las melenas sueltas, se divierten con unos compañeros de colegio. Disfrutan la sensualidad del agua, del sol, aprovechan la plenitud de la edad en un juego un tantito audaz, pero sin "pasarse de la raya". Son buenas chicas. La malicia está en los ojos de una vecina, de la abuela y del tío que las tienen a cargo. Cuando lleguen a casa serán castigadas. Quedarán encerradas, empezará otro tipo de clases. Van a doblegarlas. Pero no del todo. Ni a todas.
Ese es el nudo de esta singular comedia dramática, nacida a partir de la experiencia personal de su autora, la joven Deniz Gamze Erguven. Natural de Ankara, emigrada a París, Erguven vivió un episodio similar cuando adolescente. La retaron, se avergonzó, se humilló, la sacó barata. Y ahora se las cobra. Esas cinco hermanas actúan como ella hubiera querido actuar. Sobre todo la más chica, un personaje elaborado como bandera de un futuro mejor para las mujeres turcas.
Cuesta entenderlo, porque Turquía fue el primer país de Medio Oriente que impuso el sufragio femenino (Kemal Ataturk, ya en 1930), pero hoy en el interior se refuerzan las viejas mentalidades. Y uno de los méritos de la película es que quienes imponen las restricciones sean las propias mujeres grandes. Los hombres van al pie. Sólo que en este caso se chocan con unas criaturas que se niegan a ser domadas por completo.
Por ahí va la explicación del título, que suena bien, tiene su fama y sus connotaciones de libertad. Cierto que mustangs eran los caballos salvajes del Far West, pero más confuso hubiera sido ponerle "Yaban ati", como se llaman sus equivalentes de las tierras turcas, o "Potrancas cimarronas", como nos tienta rebautizarlas por estos lares (o más bien redomonas, pero habría que estar explicando la diferencia).
La historia está contada con habilidad, con momentos de respiro y de tensión creciente rumbo a un final liberador, el elenco es bueno, las chicas tienen mucha frescura y la cámara las ama, rondando alrededor de ellas. Erguven se revela como buena directora. Y supo buscar yunta, porque su coguionista y mano derecha es Alice Vinocour, eficaz directora del drama de época "Augustine", visto en Mar del Plata 2012, y el thriller "Maryland", sobre un guardaespaldas atraído precisamente por la espalda de una rubia. En síntesis, buena película, debidamente ganchera, con una mirada de actualidad digna de aprecio. Detalle curioso: tema, ambientación, autora, actrices, son turcas. Producción principal y auspicio, de Francia. Por eso Francia la envió de candidata a los Oscar (y los turcos envían telenovelas, que también dicen lo suyo sobre el tema, pero a su manera).