Mustang

Crítica de Rodolfo Weisskirch - Visión del cine

Se estrena Mustang: Belleza salvaje, de la directora Deniz Gamze Ergüven, representante de Francia al Oscar como mejor película extranjera y una de las obras más premiadas del 2015.
Represión y confinamiento. El cine turco, así como el iraní demuestra nuevamente las difíciles circunstancias que deben atravesar las mujeres para poder conseguir la independencia de un mundo misógino, atado a dogmas religiosos y sociales.

Así como en el maravilloso film Offside, de Jafar Panahi –hoy en día apresado y censurado en Irán- Gamzé Ergüven denuncia de que manera la sociedad turca más conservadora reprime a sus hijas y las aísla del nicho masculino, comprendiendo una doble moral aterradora que simboliza el universo del régimen fundamentalista musulmán.

En un pequeño pueblo campesino, cinco hermanas concluyen su año escolar y salen a celebrar con muchachos a orillas del mar. Lo que para ellas significa un juego inocente, para los vecinos, su abuela y su tío es símbolo de conducta amoral y fuera de las normas religiosas. A partir de ese momento, los adultos le imponen a las protagonistas, cuyos padres fallecieron años atrás, un confinamiento completo en su propio hogar, convirtiéndolo en una suerte de prisión domiciliaria, obligando a las hermanas a aprender tareas domésticas para servir a sus futuros maridos, y organizando matrimonios arreglados con familias aledañas.
Inspirada en una historia real, la directora turca radicada en Francia, construye un relato dinámico y dramático pero con matices de humor, que derivan en un thriller con alto contenido de tensión. Gamzé Ergüven no juzga la cultura, pero sí las tradiciones que imponen los hombres a fuerza del abuso, la violencia y la hipocresía.

El punto de vista de Mustang no se separa del de Lale –excelente la pequeña Günes Sensoy- la menor de este mini clan y la más alerta de todas. La directora no solamente explora la represión ajena, sino también la interna de cada personaje que se contempla así mismo si debe luchar por sus creencias o seguir los dogmas de la familia. Se trata de un Coming of Age en una sociedad reprimida sexualmente, que castiga cualquier tipo de “desvío” de las normas. Los personajes, que van de la preadolescencia a la casi mayoría de edad, sienten el despertar de sus sentimientos y no pueden exhibirlos, por miedo del castigo de la figura autoritaria representada por el oscuro y violento tío, lo que termina transformándose en represión física interna.

El film está atravesado por la idea de fuga: los personajes son como presos políticos que buscan su libertad e intentan por diversos medios organizar un gran escape hacia el paraíso, que sería, en este caso, la ciudad de Estambul. La inteligencia de la directora de mitigar la alta carga dramática –y un par de golpes bajos- apelando a la sutileza, los silencios y el cruce de géneros es efectivo.

El resultado de Mustang es un film hermoso y dinámico con soberbias interpretaciones de cinco actrices no profesionales, expresivas y austeras al mismo tiempo. Un guión sin fisuras y una estética invisible, que no intenta resaltar por encima del poderoso ritmo narrativo derivan en una película de lenguaje clásico y personal, que dan lugar a la reflexión y discusión.