Sublime actuación de Lady Gaga
La película que marca el debut como director de Bradley Cooper es sencillamente conmovedora.
Jackson Maine (Bradley Cooper) es un músico veterano cuya carrera se encuentra en decadencia. Al borde del abismo personal descubre a una talentosa cantante llamada Ally (Lady Gaga), una joven de hermosa voz que sueña con triunfar en el apasionante mundo del espectáculo. Mientras el primero decide convertirse en mentor de la muchacha, entre ambos nacerá una apasionada relación que se verá corrompida por el carácter autodestructivo de Maine.
Cooper ha elegido para hacer su ópera prima una historia ya recreada en varias oportunidades para la pantalla grande. Sin embargo, esta versión luce fresca, original y apasionada, superando ampliamente las adaptaciones anteriores.
El filme es una metáfora sobre "el precio de la fama" en el mundo del espectáculo, pero a la vez es una intensa historia de amor. Un argumento que se sostiene en la increíble performance de Lady Gaga, alejada de la imagen extravagante que la ha convertido en un icono, quien durante el metraje no solo nos regala su voz de ensueño, sino que además nos logra conmover gracias a una interpretación en la que se muestra tímida, vulnerable, frágil, una actuación para El Oscar (tiene que ganarlo).
La Banda de sonido, que nos descubre también a un más que entonado Cooper es "la frutilla de la torta", en una película donde no hay un solo punto bajo. Doble mérito del interprete/director que no contento con conseguir una cinta impecable, también nos ofrece su mejor actuación de su ya muy interesante carrera. Sin dudas, ha aprendido del veterano Clint Eastwood con quien compartió El Francotirador, cómo hacer ambas cosas de manera excelente.
Ha nacido una Estrella, merece todos los premios y el aplauso del público. El largometraje que nos marca que también "Ha nacido un director". Ovación de pie.