Bradley Cooper es Jackson Maine, un astro del rock que estaría en su mejor momento si no fuera por su adicción al alcohol y las drogas, y una sordera progresiva. Una noche, en un bar de drag queens, Jackson escucha la voz maravillosa de una chica que trabaja como camarera y el romance explota de inmediato. La chica, que no es otra que Lady Gaga, tiene una carrera promisoria, pero mientras ella está en ascenso la del rockero empieza a declinar.
Esta historia que se filmó varias veces y con varios títulos distintos, desde "What Price Hollywood" de 1932 a las versiones con Janet Gaynor y Fredric March (1937), Judy Garland y James Mason (1954) y Barbra Streisand y Kris Kristofferson, sigue funcionando como la quintaesencia del drama romántico-musical, y Bradley Cooper, aquí también director, le saca provecho al aggiornar los detalles musicales. En estos casos, muchas veces, los actores no convencen como cantantes y las cantantes no convencen como actrices, pero aquí lo sorprendente es que ambos protagonistas funcionan bien a todo nivel, y éste es el factor ganador en un excelente melodrama repleto de buena música. Sobre todo la primera hora de esta nueva "Nace una estrella", que plantea el contraste entre el estilo entre rocker y country de Bradley Cooper y el pop de una Lady Gaga que, si bien está en personaje, interpreta canciones con su sello inconfundible. Luego, la trama sigue el derrotero de esta historia conocida y pierde un poco de fuerza, pero no tanto como para no recomendarla. Los públicos se renuevan.