Nace una estrella: Remasterizado para tiempos modernos.
Lady Gaga en su primer protagónico de cine y Bradley Cooper en su ópera prima como director le ponen música a esta nueva versión de una historia eterna de Hollywood.
Siendo ya la cuarta o quinta versión de esta historia que llega a la pantalla grande, sin dudas iba a hacer falta unas cuantas cosas para que esta última logre destacarse. Un moderno híbrido drama musical, liderado por una dupla como esta, definitivamente hace el trabajo. Desde el vamos, el hecho de que un relato anterior a la Segunda Guerra Mundial se sienta tan naturalmente contemporáneo es un gran mérito para el director debutante.
Aparte de su trabajo detrás de cámaras como guionista, productor y director, Bradley Cooper interpreta a una superestrella con varias décadas de éxitos encima (con todos los demonios que ello puede traer) que cruza caminos con una talentosa cantante desconocida, interpretada por supuesto por Lady Gaga. La película se centra totalmente en la relación que se forma entre ambos, incluyendo el ascenso de uno y la caída del otro. Aunque los detalles sirvan para modernizar el relato y hacerlo apto para estos tiempos, terminan por darle a la simple trama un relieve que no termina sumando demasiado en lineas generales más allá de eso.
El guion hace todo el trabajo para la audiencia, introduciendo eficientemente a los protagonistas como para que la trama se dispare inmediatamente y sobre todo dejándolos muy bien establecidos, a pesar de que al mismo tiempo se guarda algunas cartas para que ambos vayan descubriéndose mutuamente en el camino. Se siente esa lucha que muchas biopics musicales tienen entre mostrar el glamour y la felicidad de estos astros imperfectos, intercaladas con el drama y la tragedia inherentes de este tipo de figuras. El hecho de que justamente sea un trabajo de ficción llega hasta jugarle un poco en contra, porque no tiene esa red de seguridad que las biopics sí, para que la audiencia acepte fácilmente todos los hechos que se muestran sin cuestionamientos.
Ya en lo particular, hay que decir que el factor más importante para que la película funcione o no, es su protagonista femenina. Cuando tiene un micrófono enfrente no hay nada que decir, Gaga ofrece sin problemas todo el impacto que debe tener su tímido y poderoso personaje. A eso hay que sumarle que de forma natural el guion la deja bien parada en ese rol de pura simpatía que tantos protagonistas requieren pero tan pocos son capaces de aprovechar. El tan eficiente uso que Cooper le da a una actriz novata como Lady Gaga es un gran mérito, especialmente teniendo en cuenta que fuera de las secuencias musicales la múltifacetica artista nunca demuestra flotar cómoda en las profundas aguas de la gran pantalla. Lamentablemente cuando una escena no le pide a Gaga cantar, realmente se ve la lucha detrás de cámara para mostrarla en la mejor luz posible. Definitivamente estos momentos puntuales no son algo que ensucie demasiado la película.
Aunque el film puede tomarse como el ascenso de una joven o la historia de una pareja, resulta inevitable que consciente o inconscientemente es el experimentado músico al borde del abismo quién termina eclipsando todo lo demás. La notable interpretación de Cooper, gran candidato al Oscar al llegar ya con 3 nominaciones previas en el bolsillo, vuelve al personaje algo verdaderamente especial. La emoción y tragedia del mismo se ve amplificada por una actuación que merece cualquier halago posible. Además de servir como centro de gravedad para todo el film, todo lo que tiene que ver directamente con su personaje esta realizado de forma impecable y entregando un drama pochoclero de la más alta jerarquía.
En cuanto a la dirección, el manejo de sus interpretes denota bastante que se trata de la ópera prima como director de un actor. Hay secuencias enteras que transcurren en planos cerrados, evidenciando que Cooper prefiere este estilo tan centrado en lo actoral, en lugar de elegir momentos que podrían impactar de mejor manera si la cámara estuviese mostrando algo más que las caras de los actores. También hay que señalar que, aunque el montaje realizó un buen trabajo para minimizarlo lo más posible, se nota en varias ocasiones que hay escenas editadas de forma rápida como para esconder una falta de material. Hay mucho contraste entre escenas importantes, planeadas puntualmente desde lo visual, y secuencias más “crudas” que terminaron realmente extrañas en el corte final. Unos cuantos detalles de este estilo están presentes de forma continua en la cinta, pero no terminan distrayendo demasiado.
En resumen, la actuación de Cooper y su trabajo detrás de cámara convierten lo que definitivamente es “una historia más” en algo que bien vale la pena ver. Especialmente si uno no es tan adverso a los musicales, al melodrama bien entendido y por supuesto, a Lady Gaga. Un film interesado principalmente en llegar a la mayor cantidad de gente posible, y aunque afortunadamente no se siente para nada cínica, va a satisfacer a una gran masa dejando de lado a cualquier minoría que pida algo más.