En una era de remakes, secuelas y spin offs ineludibles, es fácil encasillar el amor de Hollywood por transformar las mismas historias, arquetipos y convenciones de género. El estancamiento artístico que rodea los éxitos de taquilla de Hollywood puede parecer un fenómeno moderno, pero la industria cinematográfica se ha basado en reciclado de fórmulas y actualizaciones modernas de los clásicos desde su concepción.
En el pasado mes de Octubre, llegó a las salas un nuevo “A Star Is Born”, coescrito y dirigido por Bradley Cooper. Aquí, el talentoso actor también interpreta a Jackson Maine, un músico country en decadencia que se enamora de una joven y prometedora cantante interpretada por Lady Gaga, en el primer papel importante en la película de la estrella del pop, un personaje femenino con un devastador conflicto interno por resolver.
Incluso en medio de una larga saga de remakes en Hollywood, pocos se destacan como la película que hoy nos ocupa. El debut como director de Bradley Cooper es la última de cuatro apariciones totales de “A Star Is Born” que abarcan 80 años de cinematografía. Estrenados en 1937, 1954, 1976 y 2018 respectivamente, cada película cuenta la historia icónica de una estrella masculina hastiada de sí misma que anima a una artista femenina a seguir una carrera musical y cinematográfica. Bajo dicho vínculo, los dos artistas se enamoran, su éxito se dispara y los excesos que rodean a la vida de todo artista amenazan con poner en peligro el reconocimiento conseguido.
Quizás una de las razones que hacen que “A Star is Born” se mantenga imperecedera al paso del tiempo sea ese poder magnético para atraer a una audiencia y llevarlos a un viaje de sueño hollywoodense: romance, música y aventura. Claramente, después de cuatro adaptaciones a la gran pantalla y en el contínuo despertar de nuestro interés, el film sigue obligando a los críticos y al público, por igual, a preguntarse: ¿por qué seguimos volviendo a esta fábula? ¿Dónde radica su atractivo tan duradero?
La película de Cooper nos demuestra cómo un punto de vista moderno puede renovar incluso la historia más familiar, haciendo pertinente una nueva adaptación que se adapta a las modas, costumbres y hábitos del siglo XXI. “A Star is Born” es la prueba de la perdurabilidad de algunas historias: lo verdaderamente atemporal radica en el sentido auténtico que brindan al examinar aspectos intrínsecos de la condición humana, sin importar en qué tiempo se desarrollen.