La primera versión de Nace una estrella (A Star is Born) se remonta a 1932 con el film de George Cukor, Hollywood al desnudo. Años después, la misma historia sería reinterpretada, ahora sí bajo el famoso título que, hasta la fecha, continúa siendo llevado una y otra vez a la pantalla grande. La quinta y, hasta ahora, última versión del film supone el debut en la dirección del actor Bradley Cooper (también co-protagonista) y el primer protagónico de la artista musical Lady Gaga. Nace una estrella pareciera ser una historia que, sin importar las veces que sea adaptada y modernizada según los tiempos que corran, respira esa identidad clásica que perdura desde aquella primera versión de los años treinta. Y eso se debe a que tal vez el eje de su historia reside en una de las historias más viejas del mundo del arte: el ascenso y caída de una estrella (o dos en este caso).
Situada en el ambiente de la escena musical, la ópera prima de Bradley Cooper se desenvuelve de una manera correcta, sustentándose entre dos pilares. Por un lado, gracias a la destacada interpretación actoral del director, el personaje de Jackson Maine es una suerte de Eddie Vedder en desgracia, el cual fortalece al film con sus momentos en pantalla gracias al carisma y el aspecto trágico de su historia. Por otro lado, la artista en ascenso que es Ally, el personaje de Gaga, deslumbra en cada momento musical del film, aunque no demasiado en lo que refiere a actuación. Teniendo en cuenta que Lady Gaga no posee una formación actoral, uno como espectador debe tener esto en consideración a la hora de juzgar su interpretación. Lady Gaga es Lady Gaga, y es por ello que cuando la historia decide centrarse en su personaje lo hace destacando especialmente su talento musical.
Es así como desde el nivel interpretativo de las dos figuras protagónicas, y su química a la par, el film disfruta de un balance adecuado para su disfrute. Ello sumado a la gran banda sonora original que de seguro le brindará su lugar dentro de los premios de la Academia. La presencia de los temas compuestos por Gaga e interpretados junto a su co-protagonista es lo que permite que la historia, si bien es bastante clásica y no trae nada nuevo en forma y contenido, se destaque de manera moderna y dinámica, al menos todo lo que refiere a la primera mitad de su narración, ya que si bien el film sabe sacar lo mejor de sus protagonistas, desde la dirección se percibe por momentos una mano no tan experta en la materia.
La larga duración se hace presente en la experiencia del espectador, debido a ciertos problemas de un ritmo y desarrollo narrativo que decide irse por las ramas, lo cual hace que la reiteración de ciertos puntos de la historia termine resultando agotadora. La inclusión de algunas situaciones o personajes solo sirve de manera caprichosa como herramienta que una vez utilizada es desechada sin volver a recurrir a ella. Esto hace que el film comience a perder mucho del dinamismo que en principio supo demostrar que tenía. Sin embargo, en ningún momento la historia cae estrepitosamente, pero sí denota cierto caos narrativo en su desarrollo, una variación entre puntos álgidos y otros no tan buenos que conforman un paralelismo con la temática del film sobre el ascenso y caída artística.
El título Nace una estrella podría indicar el comienzo de una nueva etapa en la carrera tanto de Bradley Cooper como de Lady Gaga. Cada uno intenta algo nuevo dentro de a las luces de la industria, manteniendo de todas formas como eje principal su mayor talento: la actuación y la música, respectivamente. El riesgo que toman al alejarse un poco de la zona de confort tiene como resultado ciertas fallas que, lejos de ocasionarle un fracaso, los hace destacar como los artistas que son, y les auguran grandes posibilidades. Nacieron dos estrellas… ahora solo les resta seguir creciendo.