Si algo queda bien claro después de ver la nueva versión de Nace una estrella, es que Lady Gaga realmente puede brindar una interpretación memorable, y no solo como cantante (eso ya se sabía) sino, también, como actriz. Algo que se intuía desde que encarnó a La Condesa, la seductora y letal reina de los vampiros de Hotel, la temporada 5 de American Horror Story. Muchos dijeron que sí se lucía tanto era, básicamente, porque el papel estaba hecho a su medida. Supongamos que sí, que fue un papel pensado para ella. ¿Acaso solo por eso lo iba a interpretar tan bien? No necesariamente. Por otra parte, ¿quién hubiera pensado que tiempo después Lady Gaga iba a ser la cantante desconocida que deviene estrella que (casi) todos conocimos gracias a Judy Garland? ¿Era éste un papel hecho a su medida? ¿No era, acaso, una elección riesgosa?
Claro que la versión de Nace una estrella de Cukor de 1954 con Judy Garland no es la primera, aunque sí la mejor, sin duda alguna, y por eso la más recordada. Antes estuvo la de William Wellman de 1937, con Janet Gaynor, y después la de Frank Pierson de 1976, con Barbra Streisand. La de Wellman no conmueve mucho, pero narra bien su historia y tiene algunas escenas muy rescatables. La de Pierson es, en sí misma, bastante poco interesante, pero están la voz y la presencia de Streisand. Entonces ya pasa a otro nivel. Y ahora tenemos la de Bradley Cooper y por partida triple: la dirige, la co-guiona y la co-protagoniza, con Lady Gaga en el centro del escenario. Como la película de Pierson, la de Cooper es apenas una película correcta. Pero está protagonizada por una estrella extraordinaria. Es eso, casi solamente eso, lo que le da su fulgor irresistible y la hace, en ocasiones, decididamente inolvidable.
La trama, con sus pequeñas variantes, es bien conocida por todos. En esta versión, se trata de un cantante de música country consagrado (Bradley Cooper) que descubre a una talentosa, pero ignota, cantante amateur (Lady Gaga), la ayuda a posicionarse profesionalmente y, eventualmente, también a hacerse famosa. A la par, la carrera del cantante va de mal en peor, en parte por su alcoholismo y en parte por otros conflictos irresueltos. Aún así, el amor los une contra viento y marea. Como en todo melodrama, el amor siempre es más fuerte. Pero hasta un punto. Después, los amantes quedan librados al destino construido por sus decisiones. Destinos que hasta pueden ser trágicos. Como en todo melodrama.
En tanto director y actor, Cooper sabe manejar con prolijidad la historia de la estrella que nace. Aunque no intenta hacer nada fuera de lo común, respeta los puntos más importantes de la historia, le da motivaciones y una identidad a sus personajes. Sus conductas tienen sentido. Nada sobresale pero nada está mal hecho. Hasta se podría decir que todo es demasiado correcto. Todo muy medido.
Y eso sí que es un problema. Porque un melodrama correcto no conmueve demasiado. Es que el género pide una buena cuota de desmesura, de emociones y pulsiones que desbordan, de amantes que viven y mueren por su amor. Aún en los melodramas de Wong Kar Wai - donde los personajes reprimen sus deseo, se retraen, y no se animan a amar – se siente una tensión subterránea y el desgarro de la represión de los afectos. En cambio, en esta nueva versión de Nace una estrella el amor se percibe un tanto desapasionado, ensayado y no muy vivido. Sobre todo con el personaje de Bradley Cooper. Porque Lady Gaga va más allá de lo que el guión le proporciona, construye matices, y así le da a su estrella la intensidad que merece.
Se puede pensar, también, que Cooper haya optado por un registro más realista, más cercano al drama y lejano de la pasión desmesurada. Pero si ése es el caso tampoco le dio en la tecla. Porque para ser un drama convincente es demasiado plano, con muy pocas capas. En cambio, cuando Lady Gaga es el centro de la escena – y eso pasa muchas veces, por suerte – todo se vuelve más creíble y más emotivo. Porque ella sí tiene sangre en las venas. El punto es que necesita un amante que la acompañe, en vez de uno que queda rezagado, a mitad de camino. Si no, la película como un todo pierde magnetismo. Incluso se hace difícil involucrarse con el trágico final de esta historia de amor ya tantas veces contada. Y mucho mejor contada.
Nace una estrella (Estados Unidos, 2018). Puntaje: 6
Dirigida por Bradley Cooper. Escrita por Eric Roth, Bradley Cooper, Will Fetters. Con Bradley Cooper, Lady Gaga, Sam Elliott, Andrew Dice Clay, Rafi Gavron, Dave Chappelle. Fotografía: Matthew Libatique. Montaje: Jay Cassidy. Duración: 135 minutos.