No hay reglas para vivir”, canta Jack (Bladley Cooper) con una carraspera country ante una multitud, el comienzo de Nace una estrella, es potente y entusiasta, ese exordio de recital, breve, describe a este personaje desalineado, mega estrella de la música folk, que canta canciones de amor desahuciado. Ya sabemos desde ese compás de autoflagelación que la película será pesada, dramática. Hubo tres versiones, una primogénita del 1937 del libro de Robert Carson y dirigida por William Wellman, la que bancamos todos, la de Cukor – ¿quién podría manejar mejor el timing del melo?- y la de Streisand que es recordada con nostalgia por los jóvenes que consumieron una década de películas de amor trágico (Love Story, Endless Love).
Esta Nace una estrella, la contemporánea, la que tiene seis nominaciones a estatuilla – creemos que sólo va a ganar por Shallow, debería, digo en vos alta- arranca con todo el poder, la presentación de Jack es impecable, esos minutos de Black Eyes, lo redescubren como un eximio cantante – ¿acaso ustedes sabían que cantaba tan bien?- ese pelo encerado, aspecto desalineado mugriento de baladas de bares y excesos, pinta bien Nace una estrella.
La presentación del personaje de Ally (Lady Gaga) no es tan afortunado, ella haciendo berrinche por un novio que deja en el baño del trabajo, no otorga al espectador una actuación muy afortunada. Gaga sale como derrotada, aunque no abatida cantando el mejor pasaje de “Somewhere over the rainbow” y ahí con los títulos un poco nos enamora: “Cuando todo es un desorden trágico y la lluvia cae por doquier”.
Ally y Jack están en pleno desorden, en ese caos, se encuentran en una ronda nocturna en donde ella canta La vie en Rose, con esa cejas postizas que nos hace acordar el tufillo a burlesque de Cabaret de Bob Fose, se miran y se enamoran (esta escena es lo mejor de Nace una estrella). La mirada naif y la sonrisa bobalicona de Gaga, resulta graciosa, como si su personaje estuviera apoderado de una fuerza cannabica, eso me gusta, menos en ese berrinche de presentación – léase con fuerza el primer párrafo-, Gaga está bien. El romance entre Ally y Jack empieza con fuerza, él la invita a uno de sus shows y cantan Shallow (temazo).
Las escenas se suceden, se gustan, se aman, se calientan – muy bien las escenas de sexo- pero las adicciones de él comienzan a delinear el melodrama. Cooper con su inocencia de novato, parecería querer meter toda la carne al asador, la timidez de una mirada la transforma en opulencia, mucho, mucho – ¿cuántas veces nos vas a decir que Gaga es narigona?- y el montaje de Jay Cassidy, -raro porque el tipo es bueno y nos dio muchas alegrías de la mano de David O’ RuselL y Bennet Miller- llevan la película en picada: dos ejemplos imperdonables, la secuencia del compromiso, y el insert final. Juro que esperaba la película y aunque no soy fanática de Gaga, si lo soy de Cooper, aun así, los árboles me permitieron ver el bosque, y aquí me encuentro poniéndole un tímido Bueno.