El poder del engaño 2.0
Los cuatro jinetes están de regreso, con algunas novedades y muchas expectativas multiplicadas para esta secuela que presenta a Daniel Radcliffe (el ex Harry Potter que sigue asociado a la magia) como uno de sus interesantes guiños. El resto, más de lo mismo pero a la altura de las circunstancias.
Nada es lo que parece (Now you see me, 2013) presentaba una banda de ilusionistas que realizaban shows multimedia presentándose ante el público como estrellas de rock. El ritmo arrollador que incluía cámaras movedizas e imágenes computarizadas daban la experiencia de estar en una montaña rusa de emociones. La banda estaba compuesta por Atlas, un prestidigitador (Jesse Eisenberg), McKinney, un mentalista (Woody Harrelson), Henley, una escapista (Isla Fisher) y Jack, un estafador (Dave Franco). En esta segunda parte Henley es reemplazada por Lula (Lizzy Caplan) y nos trae a los cuatro reapareciendo en escena con la ayuda de Dylan Rodhes (Mark Ruffalo) del FBI. Pero son engañados por Walter (Daniel Radcliffe), un magnate de la tecnología aficionado a la magia, y obligados por él a recuperar un chip. También retornan los personajes de Morgan Freeman y Michael Caine.
Lo novedoso que presentaba la primera película deja de sorprender en esta secuela. Combinar magia, asaltantes de bancos y conspiraciones policíacas fue una gran idea que sumada a su multiestelar elenco revitalizaba este tipo de historias trilladas. La fusión de fórmulas preexistentes era y es funcional a los tiempos de híper conectividad. Sin este valor pero con un par de elementos fuertes, la continuación se mantienen a flote: la dupla compuesta por Woody Harrelson (aquí por partida doble ante la aparición de su hermano gemelo) y Jesse Eisenberg, logra el feeling suficiente para hacer efectiva la trama y seguir sus aventuras más allá de todo verosímil. La incorporación de Daniel Radcliffe como un desaforado aprendiz de trucos es interesante, mientras que trasladar la acción a China termina por darle el matiz estético adecuado. Recordemos que su director Jon M. Chu (G.I. Joe: El contraataque) es de descendencia asiática.
¿Nada es lo que parece 2 (Now you see me, 2016) podría estar mejor? Si, del mismo modo que sucedía en la primera parte se deslizan situaciones interesantes que el mismo vértigo del relato las olvida sin retomarlas nunca: la privacidad en la era tecnológica y los jinetes en el rol “Robin Hood”, robando a los ricos para darle a los pobres. Sucede que en su incesante zigzagueo la trama trata de engañar al espectador del mismo modo que los ilusionistas a los malhechores. En definitiva, importa más el efecto generado que aquello que se narra.
Justo ahí, cuando la forma olvida el contenido aparece ese gran y poco valorado actor que es Woody Harrelson, para darle humanidad y carisma a la historia, tomándose no muy en serio su personaje del mismo modo que los siempre solventes Michael Caine y Morgan Freeman, tipos que aportan su rostro y las escenas se elevan con su mera presencia. No mejoran una película que cumple, pero le dan el salto de calidad que necesita.