La cosa es saber mirar y no distraerse
Hay tan poco ingenio en el cine de acción de estos días que una película como ésta, apenas sugerente, pero forzada, califica como algo distinto en una cartelera superpoblada de secuelas y de filmes francos, toscos, que apuntan al sobresalto más que a la inteligencia. Bueno, el filme dice que lo que se ve no es lo que sucede, que cuanto más cerca estamos de los hechos, menos podemos entenderlos, que el truco como la vida consiste en mostrar una cosa para ocultar lo que realmente vale. Y por ese lado andan estos cuatro jinetes, magos súper estelares convocados por un desconocido que juega al gato y al ratón con la policía, con los empresarios abusadores, con la magia y hasta con un racionalista dedicado justamente a dejar mal parados a los magos que deslumbran el mundo. Con todo eso el francés Louis Leterrier logro un filme vertiginoso, efectista, vistoso y entrador, que tiene suspenso, persecuciones, sorpresas y trampas. A diferencia de los buenos exponentes del género, la narración es inconsistente y antojadiza. Los trucos están allí para seguirnos diciendo que hay que saber mirar y no distraerse, porque este mundo es un gran engaño.