Ahora son cuatro
Qué decepción cuando uno quiere seguirle el juego a un thriller y la película hace trampa. Uno suspende su incredulidad, sigue voluntariamente pistas que sabe que son falsas, acepta los giros y las volteretas de la trama… y al final resulta que los realizadores tenían menos imaginación que el espectador, y han hecho trampa con tal de terminar la película. Nada es lo que parece (Now You See Me, 2013) es un thriller divertido mientras abre juego, pero el desenlace es un cero al as.
El primer acto nos presenta a cuatro ilusionistas: Atlas, un prestidigitador (Jesse Eisenberg), McKinney, un mentalista (Woody Harrelson), Henley, una escapista (Isla Fisher) y Jack, un estafador (Dave Franco). Son convocados por separado a un departamento abandonado, donde los recibe un holograma. “Es un plano”, dice uno. “Qué increíble”, dice otro. Un año después, los ‘Cuatro Jinetes’ presentan su show en Las Vegas, que consiste en teletransportar tres millones de euros de una bóveda de París y distribuirlos entre la audiencia. Vaya que era un buen plano.
La investigación queda a cargo del escéptico agente del FBI Rhodes (Mark Ruffalo). Los Cuatro Jinetes son interrogados, Eisenberg le desprecia con su habitual insolencia esnob (¿sabrá que se está cavando su propio estereotipo?) y son liberados porque, quién lo diría, arrestarlos sería reconocer la existencia de la magia, cosa que al FBI le daría vergüenza. Es una movida algo idiota, considerando que el robo se efectuó y los cuatro son sospechosos de una ofensa federal e internacional, pero ahí lo tienen.
Rhodes será escéptico pero no muy inteligente, y contrata a un tal Bradley (Morgan Freeman), experto desmitificador de magia, para que le explique por favor cómo ha sido posible el robo. Y en cuestión de minutos hace precisamente eso, con la dulce condescendencia de Freeman de yapa. ¿No se le ocurrió buscar una explicación racional al crimen antes de liberar a sus únicos sospechosos? Es entendible, la película duraría poco. ¿Entonces va a ir a arrestarlos ahora que entiende cómo tal robo sería improbable pero posible? De vuelta, no: la película duraría poco.
Rhodes conduce la “investigación” de los Jinetes junto a la improbablemente joven y apuesta agente de la Interpol Dray (Mélanie Laurent, alias ¡Shosanna!). Él odia la magia y ella la ama. Se establece entre los dos una dialéctica de la fe y la lógica que pretende ser el corazón de la película, aunque la revelación del final anula su valor. Puede que haya un romance burbujeando por debajo, pero parece ser más por obligación que por necesidad: hay que mantener a esta dupla interesante.
Nos damos cuenta que la película es sobre ellos y no sobre los Jinetes. Es una pena que se les abandone tan pronto y la perspectiva quede anclada en el otro bando. Los Jinetes son meticulosamente caracterizados en sus primeras escenas, a través de sus oficios y un poco de humor. Una película en la que ellos fueran los protagonistas no hubiera sido mucho más inteligente pero sí más divertida. Cuando la “investigación” comienza, desaparecen casi por completo. Les vemos exclusivamente sobre el escenario y jamás detrás de él – lo cual es la mitad de la gracia de una película de robos. ¿Cuál es su motivación? No sabremos hasta el final sorpresa, que esconde un segundo final sorpresa, que hace Trampa con mayúscula.