Divierte una original comedia policial al borde de lo fantástico
Cuatro magos callejeros son convocados por un personaje misterioso para realizar el mayor acto de magia jamás visto: roban bancos en vivo, y le entregan el dinero del botín al público.
Un agente del FBI y una agente de Interpol están a cargo de la investigación, tan imposible como los trucos que sacan de la manga estos anarco-prestidigitadores llamados Los Cuatro Jinetes.
Louis Leterrier es conocido por películas de superacción como la saga de "El transportador" o fantasías como "Furia de Titanes", y esta vez el discípulo predilecto de Luc Besson se mete con un género difícil, el de los magos, que nunca ha dado films demasiado interesantes, salvo la famosa biografía de Houdini protagonizada por Tony Curtis o la tal vez demasiado terrorífica para ser conocida "Lord of Illusions" de Clive Barker, que ni siquiera tuvo estreno en los cines argentinos.
Pero esta "Nada es lo que parece" es el tipo de simpática comedia policial al borde de lo fantástico que tiene algo para agradar a todo tipo de público. En realidad se podría sintetizar diciendo que es un policial, sólo que los trucos son tan inverosímiles y complicados que hacen girar el tono hacia lo fantástico, lo que no deja fuera de juego elaboradas escenas de acción propias del director, incluyendo una brillante persecución automovilística y, sobre todo, mucho humor, que es lo que vuelve especialmente recomendable este original producto.
Hay mucho cuidado en la elección del elenco, y brillan muy especialmente Woody Harrelson y Jesse Eisenberg como dos de los magos, Michael Caine como el hombre de negocios que los contrata, Morgan Freeman cono un famoso showman especializado en revelar los trucos de los magos y Mark Ruffalo como el sufrido agente del FBI que no da pie con bola en la investigación, siempre dos o tres pasos más atrás que los populares delincuentes que tiene que atrapar.
El punto débil de la trama es la revelación final del personaje misterioso, ya que prestándole atención a los detalles previos, la película no cierre del todo bien. Pero la verdad es que a esa altura no importa demasiado, ya que es divertida hasta lo vertiginoso, está muy bien filmada, y tiene uno de esos scores formidables de Brian Tyler que sigue sonando en la cabeza del espectador mucho después de terminada la proyección.