Hace algunos años se estrenaron en la Argentina dos filmes cuyos personajes principales eran magos, ambos durante el año 2006, una era “El Ilusionista” dirigido por Neil Burger y protagonizado por Edward Norton, que utilizaba su sapiencia y habilidades en procura de conquistar al amor de su vida, con trama de poder y política entremezclada. El otro “El Gran Truco” dirigido por Christopher Nolan con Hugh Jackman y Christian Bale, que competían por poseer el mejor truco e intentar destruir al otro.
Ahora los magos son cuatro, y todo está puesto al servicio del robo de un banco, casi una mixtura entre las nombradas con “La Gran Estafa” (2001) y “La Estafa Maestra” (2003)
Todo esto usted podrá ver en este nuevo producto planeado para entretener en las casi dos horas de duración. Y lo logra en la mayor parte del metraje.
EL problema se suscita al cierre. A las apuradas y con giros imprevistos, pero no sorprendentes, casi todo el tiempo se le plantea al espectador que vaya descubriendo lo que sucede, y esto lo atrapa, pero al final la mentira y no el engaño es lo que quiere hacer producir la sorpresa.
La historia se centra en cuatro ilusionistas callejeros: Daniel Atlas, un prestidigitador (Jesse Eisenberg), Merrit McKinney, un mentalista (Woody Harrelson), Henley Reeves, una escapista (Isla Fisher) y Jack Wilder, un estafador (Dave Franco). Durante los primeros minutos nos presentan a estos personajes con un despliegue de variables cromáticas, rítmicas, en diferentes espacios. Sólo se repite una imagen, la del encapuchado disimulado por transitar entre la multitud que rodea a todos y cada uno de los digamos, prestidigitadores, que al inicio confunde, pero luego se justifica.
Estos cuatro son convocados por un misterioso y desconocido personaje, del que a la postre se develara la identidad. Entre ellos se conocen, o al menos cada uno saben de la existencia del otro, la novedad develada es que la finalidad de reunirlos es robar un banco, aunque al cierre de la historia la verdad es otra, con la mascarada de un show de magia de niveles increíbles, casi alucinante como distracción presentado en Las Vegas, sólo que el banco se encuentra en Paris.
Todos saben que fueron ellos y al frente de la investigación se coloca al agente del FBI Dylan Rhodes (Mark Ruffalo), un escéptico respecto de la magia, ayudado por Thaddeus Bradley (Morgan Freeman), ex prestidigitador que ahora se encarga de desenmascarar los fraudes de la magia, y le incorporan a la policía novata francesa Alma Dray (Melanie Laurent). A todos ellos se les suma un socio capitalista que produce el espectáculo Arthur Tressler, (Michael Caine), sólo para confundir un poco más al espectador.
Fíjese la cantidad y calidad de primeros actores, también justificando la co-producción franco estadounidense, hay plata en la producción y se nota.
De cómo se lleva adelante la investigación y la persecución de los sospechosos trata el filme. La vedette es el trabajo con los efectos especiales, (hay más de 10 minutos de créditos al final del filme). En cuanto a la trama termina con una excusa diferente a la presentada y sostenida en todo su desarrollo, como giro narrativo, ya adivinado por el espectador, por lo cual el suspenso queda en deuda, y el exceso de explicaciones verbales implican un pecado cuando durante el transcurso de la narración todo era expuesto a través de las imágenes.
Entretiene y punto.