“Le grand bain” que aquí se estrena con el título de “NADANDO POR UN SUEÑO” viene con el precedente de haber despedazado la taquilla francesa batiendo todo tipo de récords, vendiendo más de un millón de entradas en los primeros cinco días posteriores a su estreno.
Gilles Lellouche de gran trayectoria como actor, se pone en esta ocasión sólo detrás de las cámaras (como lo había hecho en un film anterior desconocido en nuestro país y en un capítulo del filme coral “Los infieles”) para contar la historia de un grupo de cuarentones que se reúnen a entrenar en la pileta de un club, formando uno de los equipos de nado sincronizado masculino para competir internacionalmente en un deporte que pareciese estar emparentado más con la condición femenina.
De este modo, muchos de los gags que plantea Lellouche giran en torno a la “guerra de los sexos” o un humor surcado, enfocado y apuntado a la problemática de género.
Es así como “NADANDO POR UN SUEÑO” se convierte en una agradable mezcla entre “The Full Monty” y “Un gran equipo” –otra exitosa comedia francesa- donde el espíritu deportivo y la camaradería son el elemento principal.
Si bien la historia es, de por sí, atractiva y genera empatía inmediata, el gran punto a favor con el que cuenta la película de Lellouche es el gran elenco con el que tuvo oportunidad de trabajar. Una especie de seleccionado de actores de lo mejor del cine francés actual, que dan vida a los diferentes personajes que componen la propuesta coral presentada en el filme.
Los protagonistas son Mathieu Amalric (actor y director de una vasta trayectoria, ganador como director en Un Certain Regard en Cannes por “Barbara” y recordado por sus trabajos en “La habitación azul” “Tournée” o “El gran hotel Budapest”), Guillaume Canet (“Jeux d’enfants” con Marion Cotillard y “Juntos, nada más” con Audrey Tautou entre tantos otros personajes), Jean- Hugues Anglade (de la inolvidable “Betty Blue, 37.2º), Benôit Poelvoorde (gran comediante protagonista de “El nuevo testamento” “Mi peor pesadilla” junto a Isabelle Huppert o “3 Corazones”) y las sorpresas de Philippe Katerine y Jonathan Zaccaï, acompañados por un destacado elenco femenino.
Así como “Full Monty” apuntaba más a una temática enmarcada en la crisis social y el desempleo por el que el Reino Unido atravesaba en aquel momento, en este caso, Lellouche pinta a este grupo de hombres que se reúne para entrenar para un campeonato mundial en Noruega con el objetivo de combatir a la soledad, la depresión y algunos problemas personales.
Es por eso que si bien la historia parte del personaje de Bertrand (Amalric), que enfrenta una seria depresión por la falta de trabajo y por estar en un espacio familiar que no logra recomponer a pesar de contar con una esposa que lo ama y no sabe cómo ayudarlo, rápidamente el relato gira y da paso a lo coral, dejando que cada uno de los personajes tenga su momento de lucimiento.
Comparada con la versión inglesa (“Swimming with men”), “NADANDO POR UN SUEÑO” le da mucha mayor preponderancia a los personajes femeninos secundarios y por sobre todo al co-protagónico de Delphine, la entrenadora del grupo, a cargo de Virginie Efira, logrando una composición completamente diferente a la de las típicas comedias románticas a las que nos tiene acostumbrados (“Victoria y el sexo” “Caprice”).
El guion del propio Lellouche junto a Ahmed Amidi y Julien Lambroschini (de “Respire” y “Plonger”, ambos filmes dirigidos por Mélanie Laurent), se destaca por los diálogos con ritmo de sitcom, veloces y disparando respuestas cortas y contundentes, al mismo tiempo que se permite la descripción de cada una de las historias, conformando pequeños retratos que logran un mejor ensamble.
Es por esto que la versión francesa, logra meterse de lleno en esos fragmentos de sus vidas privadas en donde se develan historias personales de profunda soledad, de frustraciones, de angustias: retratos de un mundo masculino que el director muestra en detalle sin perder el sentido del humor ni de la comedia, que es la columna vertebral del filme.
Combina en forma efectiva estos pasos de comedia con los momentos de drama, en una agradable mezcla agridulce que permitirá descubrir cuáles son las motivaciones por las que cada personaje pretende formar parte de este equipo y ganar ese sentido de pertenencia con un fuerte espíritu de grupo.
De acuerdo a lo volcados en las entrevistas de prensa del filme, el elenco ha tenido una intensa preparación, con cuatro meses de entrenamiento, durante un mínimo de dos jornadas intensivas semanales para poder lograr las coreografías que están planteadas para los momentos de nado sincronizado, por lo que el trabajo actoral es doblemente meritorio.
Cabe destacar una vez más la potencia que le imprime Efira a su rol de entrenadora, que se vuelve un engranaje fundamental para que “NADANDO POR UN SUEÑO” verdaderamente funcione y se explique el fenómeno que ha logrado en Francia y, que en parte, ha permitido que llegue a las pantallas de cine en nuestro país.