Bertrand (Mathiew Amalric) está pasando por un mal momento. No tiene trabajo, su mujer lo hace sentir una carga, le cuesta conectar con su rol de padre de familia. Deprimido, acosado por su tiempo libre, encuentra una especie de salvavidas cuando conoce a un grupo masculino de nado sincronizado. Dirigidos por una mujer, el grupo de hombres de su edad, con problemas cercanos a los suyos, funciona como un espacio de contención y placer al que paulatinamente se irá comprometiendo. Por qué hombretones de pelo en pecho como estos se enganchan con una actividad en apariencia ridícula, es una preocupación de los otros. Ellos lo viven con la mayor de las naturalidades, y así se transmite en esta comedia amable, poco ambiciosa, que sin bajar línea hace de ese "¿y por qué no?" su fortaleza.