Gilles Lellouche nos brinda esta “feel good movie” francesa que transita por varios lugares comunes típicosde este estilo de relatos pero que su talentosísimo elenco y algunos momentos sumamente entretenidossacan adelante.
“Le Grand Bain” (“Nadando por un Sueño”) es una comedia dramática que posee el estilo característico de las comedias francesas y ciertos mecanismos del drama que funcionan a pesar de que a veces el tono parece no ser del todo acertado. Esto no es problema de la moderna y estupenda edición que ofrece el film o del sentido que parece darle el director a la cinta sino más bien una cuestión de guion, ya que al presentar un relato casi coral de un grupo de amigos con una pasión en común y con varios problemas en sus vidas personales, algunos de estos acontecimientos son bastante más oscuros de lo que pretender ser la cinta. Quizás la obra no gane puntos por originalidad pero igualmente se lucen sus intérpretes haciendo que la película se eleve por sobre la media de este tipo de films.
El largometraje cuenta la historia de un grupo dispar de hombres que se encuentran atravesando la crisis de la mediana edad, con todo lo que eso conlleva: problemas económicos, laborales, afectivos y familiares. Es ante este escenario que deciden formar el primer equipo nacional de nado sincronizado masculino de Francia. Ello los llevará a desafiar estereotipos, ignorar la incomprensión de los que los rodean y encontrar un espacio en el cual todos comenzarán a sentirse cómodos y conformar una amistad que trascienda el deporte y las crisis personales. Un insólito relato que les hará hacer frente a las dificultades y a sacar lo mejor de sí mismos gracias a la ilusión y el trabajo en equipo.
Es de esas películas que siguen la clásica progresión del grupo de inadaptados que encuentra su lugar, alza la voz, atraviesa por largas sesiones de entrenamiento y finalmente se presenta en la competencia, en la cual, más allá del resultado aprenderán que la amistad los une y los fortalece en su búsqueda por un lugar dentro de la sociedad que los tiene como incomprendidos.
Mathieu Amalric (“La Escafandra y la Mariposa”), Guillaume Canet (“The Beach”), Benoît Poelvoorde (“The Brand New Testament”) y Virginie Efira (“Elle”) son los más destacados de un elenco superlativo que se hace cargo de mantener la película a flote en todo momento. La química de este grupo de actores es indispensable para que el film continúe funcionando en los instantes en los que el tono se muestra dispar. Se nota que Lellouche estuvo conforme con la película y su entonación despreocupada, ya que hay momentos bastante hilarantes, frescos y genuinos.
La banda sonora es otro de los aciertos de la cinta, donde se puede ver que hubo una búsqueda desde la nostalgia misma de este grupo de individuos quedados en el tiempo y con ganas de encajar nuevamente (como dice en el film que el cuadrado solo a veces puede encajar en el círculo).
“Le Grand Bain” es una propuesta poco innovadora pero ampliamente disfrutable que llevará al espectador a pasar un buen momento y salir de la sala con una agradable y positiva sensación. Una impresión que quizás no dure demasiado si se analiza lo visto en demasía pero que al fin y al cabo resulta placentera por el gran y talentoso grupo de intérpretes al frente, aun cuando el tono no este del todo sincronizado con ellos.