Nadie nos Mira: Ni ser ni estar.
Julia Solomonoff nos trae un relato de un inmigrante que, a pesar de encontrarse en una situación muy particular, nos impregna con un realismo y facilidad para empatizar con su infortunio, y tras ver pasar a un sublime Guillermo Pfening por una prueba de fuego tras otra quedaremos casi tan agotados como él de la vida en la Gran Manzana.
Nico (Guillermo Pfening) vivía en Argentina, joven, rubio y buen mozo, era un actor con una exitosa tira en television en la cual su presencia era vital. Asi no es como conocemos a Nico al comienzo de Nadie nos Mira, tras tomar la decision de abandonar el pais para escapar de una tortuosa relacion con Martin, (Rafael Ferro) el productor de su programa, llega a Nueva York con la promesa de trabajar en la película de un talentoso director mexicano. Sin embargo, tras poco mas de un año, la pelicula se atrasa, Nico consigue trabajos a medio tiempo para llegar raspando a fin de mes mientras que su cómoda vida en la Argentina se va alejando tan rapido como sus posibilidades de alcanzar el éxito como actor.
Nico cuenta con cierto soporte de su amiga Andrea, (Elena Roger) quien termina dandole trabajo de niñero mientras que intenta persuadirlo de no ceder ante los constantes llamados de Martín pidiéndole que vuelva a la serie. Si bien todo lo que hace Guillermo Pfening en la película funciona por lo que mas adelante entraremos en detalle, en esta relación (así como en la mayoría de las relaciones que tiene Nico) es donde el film brilla más. Amigos, enemigos y completos extraños hacen despertar en nuestro protagonista su honestidad brutal, orgullo ciego y angustia incontrolable que a su vez lo lleva en muchas ocasiones a cavar mas hondo en la propia tumba de su “experiencia”, y cuando parece que las cosas empiezan a mejorares cuando sus errores tienen los peores resultados.
Solomonoff no busca presentarnos un típico relato del inmigrante en busca del sueño americano, muy alejada de eso, la historia no recurre a golpes bajos para enaltecer a un protagonista perfecto con mala suerte, el personaje de Nico tiene muchas fallas e inseguridades humanas, y a medida que estas se expresan y van acumulando el espectador comienza a sentir el peso de esta travesía en la cual el viento ya no sopla para ningún lado, a pesar de ciertos alivios mundanos que va encontrando en el camino en amistades, reencuentros y un par de intentos cercanos al tan deseado éxito artístico, el relato va llevando perfectamente el camino a una encrucijada final en la cual Nico decidirá sobre su futuro.
Rafael Ferro y Elena Roger son puntos muy altos en cada uno de sus roles, pero al fin y a cabo la estrella es Guillermo Pfening, a quien su actuación le valió el premio a Mejor Actor Internacional en el Tribeca Film Fest. Pfening realmente nos lleva a fondo con un personaje que, si bien esta muy bien escrito por Julia Solomonoff y Christina Lazaridi, cuesta imaginarse que muchos actores hubieran podido sacarle tanto jugo a Nico.
En conclusión, Nadie nos Mira es un retrato intimo, conmovedor y muy realista sobre los sueños, la identidad y el sentido de pertenencia. Tiene una de las mejores actuaciones que veremos este año en el cine argentino y realmente vale la pena.