En una historia rebajada que constantemente busca una redención forzada y se basa en las memorias de la periodista Jeanette Walls, sus protagonistas logran llevarla a buen puerto a base de grandes actuaciones que sirven de camuflaje para los idas y vueltas emocionales que se van agotando bastante temprano en el film. Trazando ciertas similitudes con “Capitán Fantástico” de Matt Ross, la familia de la joven Jeanette Walls (Brie Larson), conformada por su padre Rex (Woody Harrelson), su madre Rose Mary (Naomi Watts) y sus hermanos Lori, Brian y Maureen, vive al margen del sistema capitalista, moviéndose constantemente entre chozas despobladas y acampes al aire libre. Si bien esta situación resulta fresca y atrayente al comienzo, la ilusión de que las figuras paternas son algo más que un par irresponsable se disuelve muy rápido, exponiendo que constantemente justifican sus errores y falta de cuidado con una concepción primitiva de que en la vida libre y natural las graves quemaduras corporales o caer desde el tejado de una casa son situaciones perfectamente normales para niños que apenas llegan a la adolescencia. A partir de allí, entramos en un espiral que retrata los primeros años de Jeanette hasta mudarse sola poco después de alcanzar la mayoría de edad, en cuya etapa se encuentran la mayoría de los fuertes traumas provocados por un Rex que se sumerge cada vez más en el alcoholismo y lleva a cabo una serie de actos violentos a varios miembros de la familia, y una Rose Mary que no logra enfrentar exitosamente a su marido en ninguna de estas circunstancias. Si bien gran parte del film demoniza los actos de los padres, también tenemos algunos recuerdos felices que plantan la semilla para una suerte de intento de redención para las figuras paternas, el cual discutiremos más adelante. Entrelazada con estos flashbacks está la historia presente de Jeanette, que transcurre mientras ésta trabaja de periodista y durante su compromiso con David (Max Greenfield), un joven empresario de Nueva York con actitudes bastante opuestas a las de Rex y Rose Mary. De más está decir que las situaciones incómodas se siguen acumulando y excepto por algunas escenas en las que Brie Larson libera magistralmente toda la frustración contenida por Jeanette hasta el momento, el efecto dramático ya está casi completamente gastado y los intentos finales de recomponer las relaciones familiares y darle una inyección de satisfacción al film resultaron difíciles de comprar. Las actuaciones, como ya dijimos, son el punto más fuerte y los únicos pilares sobre los que se sostiene la noción de que estos personajes pueden generar empatía en el espectador. Woody Harrelson se complementa tanto con Brie Larson como con Ella Anderson, quien es magnífica como la joven Jeanette, y la interpretación de Harrelson es lo único por lo que podemos vislumbrar la posibilidad de identificarnos con Rex. “El Castillo de Cristal” probablemente pase desapercibida entre la crítica, la crudeza en partes del relato ciertamente atrapa al espectador, pero la falta de gravedad con la que se tratan algunas de estas partes hace difícil mantenerse comprometido por mucho, excepto cuando uno de los talentosos integrantes del elenco salva esas escenas.
Retiro Voluntario: No sabe, no conteste. Imanol Arias y Dario Grandinetti protagonizan esta entretenida comedia dirigida por Lucas Figueroa en la que abunda el humor negro y el reparto es la mayor estrella. Javier (Imanol Arias) es un español que trabaja en Buenos Aires a cargo del call-center de una empresa multinacional, y esta tan confiado de que va a recibir un ascenso que se lo anuncia a su atractiva y mucho más joven esposa. Tras enterarse que el codiciado ascenso todavía esta mas lejos de lo que esperaba, y tras dar indicaciones que no conocía a un hombre (Darío Grandinetti) por la calle, éste último hará todo lo posible para que Javier no pueda lograr su ansiado cometido. La comedia tiene unos aspectos bastante burdos y exagerados, como si se tratase de una comedia hecha por extranjeros que necesitaban tachar items de una lista con estereotipos argentinos; se toman clases de tango o los personajes son molidos a palos por la policía en el playón de una cancha de fútbol, y si bien algunas de esas exageraciones son tan curiosas que resultan atractivas, como la recepcionista que de noche sale a correr picadas por avenida Gaona o el español que se quiere ir a las manos y empieza a putear como argentino, por momentos el histrionismo y la sobreactuación nos sacan un poco de la historia. El enfrentamiento entre Javier y su misterioso enemigo tiene raíces en la misma empresa que Javier trabaja, lo cual nos da vistazos de una investigación sobre los altos mandos del mundo empresarial que pintan interesantes pero finalmente quedan en eso, vistazos, y se rinden ante una búsqueda de resolución más simple y lineal. Algo similar pasa con nuestro protagonista, a quien vemos agotarse lentamente de las presiones y burocracia con las que tiene que lidiar en su trabajo, mientras que tiene que ocuparse de la vendetta de Grandinetti en su contra. Las actuaciones del film varían y todas tienen sus momentos, hasta el ex-boxeador Jorge “Locomotora” Castro tiene un interesante cameo, pero los que mejor participación tienen son definitivamente Dario Grandinetti y el español Hugo Silva (Las brujas de Zugarramurdi). Grandinetti mantiene el balance perfecto entre la seriedad de su personaje y el tono exagerado que toma la historia durante el tercer acto, y hasta se da el gusto de actuar con su hijo Juan Grandinetti. Hugo Silva es Sam, un compañero de la empresa de Javier que representa todo lo que le falta a nuestro agotado protagonista. Sam es joven, fachero, se viste bien, baila bien y tiene mucha más habilidad para ir escabulléndose hacia la cima de la pirámide empresarial que Javier; es odioso, pero su carisma nos empuja a querer que también salga bien parado. Retiro Voluntario no tiene tramas demasiado complejas ni está repleta de carcajadas de pe a pa, pero es entretenida y sirve para pasar un buen rato.
Viento Salvaje: Tierra de nadie. La opera prima del guionista de Hell or Highwater y Sicario, Taylor Sheridan, es un sofocante y crudo relato sobre un lugar antes disputado del que todos ya quieren escapar. Durante un duro invierno en la reserva Wind River de Wyoming, el agente Cory Lambert (Jeremy Renner) descubre en medio de la nieve el cuerpo sin vida de una adolescente que venía escapando de unos secuestradores antes de sucumbir ante el frío nocturno. Tras la llegada de la agente del FBI Jane Banner (Elizabeth Olsen) y ciertos problemas burocráticos con la autopsia comenzará la investigación sobre este caso que, si bien a medida que transcurre descubrimos que tiene lazos muy personales con nuestros personajes, sirve para acompañar el profundo desarrollo de personajes que caracteriza a los disruptuvos guiones de Sheridan. Con todos los tintes de un áspero thriller de investigación en medio de un paisaje nevado, es un tanto difícil imaginar que en vez de reiteradas escenas de caza de malechores y derribos de puertas nos pasemos la mayor parte del film siguiendo a un cuarentón cazador de depredadores en busca de rastros en la nieve o teniendo charlas sobre lo difícil que es vivir allí; y si bien hay algunas persecuciones de acción, muy bien ejecutadas por cierto, el núcleo dramático de la historia recae con mucha fuerza, y a su vez mucho éxito en la empatía generada por nuestros protagonistas, víctimas tanto de sus agresores como de su entorno natural y político, que los dejan a la deriva en más de una ocasión. Como en Sicario y Hell or Highwater especialmente, Sheridan incluye temas políticos actuales y bastante controversiales en Estados Unidos actualmente; en este caso relacionados con los pueblos nativos y la desaparición de mujeres, pero los introduce lo suficientemente “ocultos” en la trama para que vayamos notando el alcance de estas problemáticas a medida que transcurre la historia. Jeremy Renner da una de sus mejores actuaciones, versátil entre los momentos que requieren emoción desesperanzadora, resuelto y vengativo mientras realiza su trabajo, realmente brilla en cada escena. Elizabeth Olsen también se luce, dándole hasta cierta liviandad a la historia tomando el lugar del “pez fuera del agua” que se muestra confundida ante los manejos en la reserva. Para ser su ópera prima, Sheridan realmente logra un film tan realista y crudo que hasta puede incomodar, similar a sus ya nombrados trabajos como guionista, en que la rabia y angustia contenida bajo esas gruesas capas de nieve va cocinándose lentamente hasta estallar como en una catarsis vengativa en el tercer acto. Viento Salvaje avanza lentamente revelando sus pocos giros dramáticos, pero especialmente impulsada por un muy buen guion y personajes tan bien escritos como personificados. Vale la pena echarle un vistazo.
Una Especie de Familia: Engualichados. Con una gran Bárbara Lennie, Diego Lerman nos trae una impredecible road movie sobre desigualdad e injusticia en que la mirada del espectador jugará un papel fundamental. Malena (Bárbara Lennie) es una médica en pleno viaje a un pequeño pueblo de Misiones en cuyo hospital, Marcela (Yanina Ávila) la madre de su futuro hijo adoptivo está dando a luz. Pero todo se irá complicando a medida que descubrimos las condiciones en que se está llevando a cabo esta adopción, y Malena tendrá que pasar por un sinfín de circunstancias tanto ilegales como moralmente cuestionables que pondrán a prueba su deseo de comenzar su propia familia. En “Una Especie de Familia”, el film simplemente sirve de acompañante silencioso para la historia de Malena y prácticamente no toma partido, por lo cual es probable que haya todo tipo de debates a la salida de la sala ya que el espectador es quien termina siendo interpelado con cada confuso eslabón en esta cadena de adopción ilegal que se beneficia tanto con la necesidad de los habitantes del pueblo como la desesperación de las parejas que no pueden tener sus propios hijos. Ni siquiera tenemos un claro antagonista al cual señalar y desquitarnos cuando una situación injusta se está desarrollando y eso es aun más frustrante, si bien en algún momento se nombra a un posible capo mafia a cargo de ésta organización turbia; el contexto y la mala fortuna tal vez sean los verdaderos antagonistas de la historia, lo cual no solo vulnera a nuestros personajes sino que también a los mismos espectadores. La historia pierde un poco el rumbo sobre el final del film, buscando una suerte de final redentor para nuestra protagonista, terminamos teniendo aun más razones para cuestionarla y perdemos algo de la empatía que nos venía generando hasta ese momento. En cuanto a las actuaciones, Barbará Lennie es la protagonista perfecta, se destaca desde la primera escena tanto cuando la vemos pensativa y a la deriva como cuando desespera en ataques de rabia y frustración, y si bien su personaje comete algunos actos más que cuestionables, siempre queremos que logre su cometido, cualquiera que sea en ese momento de la historia. Además, si bien vivió algunos años en Argentina, la actriz es española, y seguramente si están leyendo esta crítica después de ver el film no se habían dado cuenta. Daniel Aráoz también se destaca con una interpretación tan pacífica y tranquila como siniestra. Una Especie de Familia es visceral, genera emoción, tristeza, incomodidad, alegría y angustia constantemente, y si bien no tiene una historia perfecta, vale la pena darle una oportunidad ya inspira debatir y pensar la película una y otra vez al salir de la sala.
Durante el climax de “Comando Especial 2” (2014), antes de que el personaje de Channing Tatum le arroje una granada a su enemigo, su compañero, interpretado por Jonah Hill, le pide que cuando lo haga diga “algo cool”, como una especie de guiño a las películas de acción de los ’80. Al analizar “Atómica”, da la sensación de que David Leitch (“John Wick” 1 y 2) tomó esta frase como premisa para todos los elementos que componen el film. Y si bien en muchos casos funciona, como en las frenéticas escenas de acción, la bella fotografía, el pegadizo soundtrack o incluso en la elección de algunos actores que pueden sacarle agua a las piedras con cualquier rebuscada línea de diálogo que les pongan en frente, finalmente el film sufre de un exceso de giros característicos en el género de espionaje. Poco antes de la caída del muro de Berlín, una lista con los nombres de cientos de espías trabajando dentro de la Union Soviética es robada, lo cual pone en peligro no solo las vidas de los espías sino que amenaza con extender la guerra fría durante varias décadas más. La agente del MI6 británico Lorraine Broughton (Charlize Theron) será enviada al otro lado del muro para reclutar al excéntrico David Percival (James McAvoy) e intentar recuperar la preciada lista. A diferencia de lo que imaginamos que tendría predominancia en una película de espías al final de la guerra fría, “Atómica” toma la audaz decisión de que el espionaje cerebral y de investigación pase a un segundo plano e incluso se termine basando más en hechos fortuitos y casualidades que en investigaciones realizadas por los personajes. En reemplazo de esto, la acción pasa a ser el centro de atracción; persecuciones a alta velocidad e increíbles secuencias de combate cuerpo a cuerpo que parecen no tener fin, maquillan ciertas fallas estructurales y entretienen al espectador de principio a fin. En cuanto al reparto, podemos destacar la labor de Charlize Theron, quien no necesita pronunciar ni una sílaba para transmitir su frustración y agotamiento tras las incontables palizas que sufre durante los 115 minutos del film; además cabe resaltar que en muchas de las secuencias de acción sin cortes a las que nos tiene acostumbrado Leitch tras “John Wick”, vemos a Theron repartiendo piñas sin la necesidad de utilizar dobles de riesgo. La otra labor destacada es la de James McAvoy, carismático y entretenido en un momento, egocéntrico y odioso al otro, simplemente es el personaje que logra el mayor vínculo emocional con la audiencia y confirma que sin importar el film en que esté, McAvoy siempre es uno de los puntos altos. “Atómica” comete varios errores, especialmente en una trama que intenta acaparar más de lo necesario, pero entre una gran elección de música, acción bien coreografiada y una ambientación atractiva para la historia de nuestros personajes, el resultado logra ser satisfactorio.
Mario on Tour: El viaje sin destino. De la mano de una historia sencilla que siempre funciona y un brillante Mike Amigorena, “Mario on Tour” confirma las buenas críticas que traía del BAFICI y se posiciona como una de las mejores películas argentinas este año. Mario (Mike Amigorena) no tiene la vida más estable de todas; se mantiene con trabajos esporádicos como en degustaciones de comida o ayudando a su amigo el Oso (Iair Said) con su puesto de venta de juegos y películas. La verdadera pasión de Mario es cantar, aunque ahí tampoco le va de la mejor manera, teniendo que conformarse realizando homenajes a Sandro sin siquiera poder tocar sus propios temas mientras el Oso le hace de manager. Tras un suceso familiar que desequilibra la vida personal de Mario, este intenta recomponer su vínculo con su hijo Lucas (Román Almaraz) a quien no ve seguido, y quién a su vez, no tiene deseos de complacer a Mario ni a sus conflictos existenciales de mediana edad. Luego de recibir ayuda de su ex-esposa, Mario logra que Lucas acceda a pasar un fin de semana largo con él, claro que esto tampoco sale como Mario espera ya que el Oso le recuerda que tienen planeada una gira que culmina en Santa Teresita a la que no pueden faltar. De ahí en adelante nos subimos a un destartalado Renault 18 y tenemos en nuestras manos una divertida película de ruta, una gran historia de adolescente “coming of age” para Lucas y una relación padre/hijo cuya evolución durante el transcurso del film pasará por todos los estadíos posibles, desde una falsa amistad, cruda honestidad hasta aceptación mutua, lo cual la hace el punto más alto de la historia. Pablo Stigliani sabe exactamente como retratar a un protagonista como este, por momentos patético y derrotado, pero a veces también lo suficientemente determinado y comprometido como para redimirlo ante los ojos del espectador. Aunque Mario en ningún momento brilla más que cuando está en el escenario, y si bien tal vez esto se deba en parte a las enceguecedoras cortinas de los rústicos salones de fiesta o casinos ruteros, la soltura y carisma al que generalmente nos tiene acostumbrados Amigorena contrastan bien con su más bien temerosa representación de Mario durante el resto del film. Además, como varios jóvenes directores, Stigliani pareciera tener un punto débil por la costa Argentina, aunque podemos ver el porqué en las escenas que transcurren en la playa. En cuanto al elenco, ya dimos ciertos indicios de que Mike Amigorena se luce, genera empatía constantemente con una forma de interpretación a la que no estábamos tan acostumbrados. Iair Said se lleva la gran mayoría de las risas del film, con timing impecable y la dosis justa de acidez para seguir siendo entrañable. Finalmente tenemos a Román Almaraz, cuyo personaje comienza como un adolescente malhumorado imposible de soportar, y se va ganando al espectador con cada interacción con el Oso o momento de complicidad con Mario. Mario on Tour no necesita de explosiones de rabia contenida para ser emocionante, incesantes gags para ser divertida ni una superpoblación de cameos de famosos para ser uno de los mejores estrenos del cine nacional en todo el año.
Conjuros del más allá: Sin dimensión de lo desconocido. Con claras influencias de John Carpenter o David Cronenberg, este film de producción canadiense nos trae criaturas directamente salidas del terror clase B ochentoso acompañado por las ventajas y desventajas del género en esta época. El oficial Daniel Carter (Aaron Pole) está realizando su patrulla nocturna cuando, tras encontrar a James(Evan Stern), un joven malherido que parece venir escapando de algo, se dirigen a un recóndito hospital en plenos tramites de mudanza a nuevas instalaciones. Mientras James es atendido y Daniel espera con los pocos pacientes y médicos que aun están en el hospital, un grupo de seguidores de un extraño culto rodea el hospital para que nadie pueda salir. Sin embargo, dentro del hospital las cosas no son color de rosa ya que algunos comienzan a convertirse en extrañas criaturas con tentáculos, aparecen dimensiones paralelas escondidas en el sótano y muchas otras cosas que hacen a este film tan genial como lleno de capas extra que no ayudan al ritmo de la historia. En primer lugar hablemos de lo positivo. La atmósfera alrededor del hospital es de una amenaza constante, asi como nadie sabe realmente en quien confiar entre los que quedan dentro. La incertidumbre va creciendo durante los primeros dos actos, en los cuales vemos los puntos más fuertes del film. Hay bastantes giros, pero estan esparcidos durante la historia para que sacarles el mayor provecho posible. Si bien el tercer acto puede resultar el más flojo por razones que daré más adelante, hay un aspecto muy importante a rescatar, y es que la mayoría de las abominables criaturas viscosas que vemos en el film son bien guardadas hasta esta instancia, dándonos el clímax a puro tiro, hachazo y sangre pegajosa que vinimos a ver. Por otro lado, muchos conceptos interesantes revolotean por encima del film pero nunca son aprovechados por completo; el misterioso culto, los experimentos con las criaturas y las dimensiones paralelas terminan haciéndose a un lado para dar lugar a un conflicto interno del antagonista que, si bien es el combustible de la mayoría de las calamidades, no es tan interesante. En conclusión, “Conjuros del más allá” cumple como homenaje al terror ochentoso de bajo presupuesto y mantiene entretenido al espectador de principio a fin, si bien está saturado con ciertas subtramas un tanto innecesarias, los fanáticos del género seguramente encuentren mucho para disfrutar.
Fontanarrosa, lo que se dice un ídolo: Así es el barrio. De la mano de 6 directores rosarinos encabezados por Juan Pablo Buscarini (El Inventor de Juegos) esta recopilación de grandes cuentos del “Negro” le brinda un homenaje sentido y entretenido por demás a uno de los escritores más populares de nuestro país. Poco más de 10 años pasaron de la muerte de Roberto Fontanarrosa, rosarino hasta la médula, habitué del bar El Cairo y fanático de Rosario Central, el Negro tiene un sinfín de historias que podrían haber sido adaptadas para este film, hasta podríamos decir que su bibliografía amerita la creacion del Universo Cinematográfico de Fontanarrosa, pero lamentablemente nos tenemos que quedar con 6, uno para cada uno de los directores rosarinos cuyos cortos se compilan para formar este largometraje. Los elegidos son: Vidas privadas, dirigido por Gustavo Postiglione en el cual Julieta Cardinali y Gaston Pauls son una pareja en crisis. No sé si he sido claro, es dirigido por Juan Pablo Buscarini, la mente detrás de todo el film. En este cuento Dady Brieva relata en un magistral monologo el incidente ocurrido en el club del barrio. El asombrado es dirigido por Héctor Molina y protagonizado por un Darío Grandinetti con un defecto físico bastante peculiar. Sueño de barrio, de Néstor Zapata sigue la investigación de Pablo Granados y Chiqui Abecasis sobre el polémico sueño de un joven. Elige tu propia aventura, dirigido por Hugo Grosso es exactamente lo que describe el título, inspirado en los típicos cuentos infantiles, Luis Machín tendrá que decidir como terminar su noche en Brasil. Por último, Semblanzas deportivas, está compuesta por 3 cortos animados dirigidos por Pablo Rodríguez. Tal vez el título de “elige tu propia aventura” sirva mejor que ninguno para describir está película. Considerando toda la obra del rosarino, en estos segmentos hay algo para cada espectador, lo hay para quien busca misterio, romance, amistad, riqueza y miseria humana. Todo está empapado de ese ingenio característico del negro para hacer de cualquiera un personaje fascinante, ya que estos resultan familiares, en un vecino o pariente, pero siempre con esa vuelta de tuerca extra que los vuelve memorables. Este film es recomendado para cualquiera que guste de la escritura de Fontanarrosa, entretenido de principio a film, cargado con una dosis obvia de nostalgia pero a fin de cuentas una celebración del legado de un gran escritor que merece seguir siendo homenajeado para siempre.
Baby – El aprendiz del crimen: Bebé a bordo. Edgar Wright nos trae su nueva comedia romántica/musical con persecuciones que pondrían verdes de envidia a los coordinadores de acción de Rápido y Furioso. Y con todo el hype que trae su estreno les contamos por qué vale la pena pasarse a ver el nuevo film de Wright. Baby (Ansel Elgort) es un joven que, tras sufrir un accidente automovilístico que lo dejó huérfano, desarrolló un grave problema de oído y un habito de robar autos, uno de los cuales pertenecía al magnate del inframundo criminal Doc (Kevin Spacey), quien somete a Baby a un trabajo mal pago como conductor de escape en atracos bancarios durante varios años hasta que el joven pague su deuda. Pero esperen, a mi me habían prometido una película divertida a la Edgar Wright, con diálogos astutos, música pegadiza y todo eso… bueno, por suerte para nosotros, así se encuentra nuestra historia al comienzo y de ahí en adelante (si bien no todo son risas y felicidad) tenemos una película bien divertida a la Edgar Wright. Lo que tienen que saber, amigos lectores de 4B, es que el problema auditivo que aqueja a nuestro protagonista, un zumbido constante en sus oídos, viene con una pequeña ventaja; Baby siempre tiene que estar oyendo música para tapar ese zumbido, y para nuestra felicidad (y la de la trama) Baby no es un fanático de metal cristiano o de algún tipo de música ambiente utilizada por instructores de yoga, sino que sus Ipods tienen canciones de Queen, Barry White, Beach Boys, Blur y muchos más que se acoplan perfecto a las maniobras de Baby durante las persecuciones. Todo esto se lo debemos a Wright, quien aparentemente tenía pensados los temas que iba a utilizar previo a escribir el guión, y hasta realizó el storyboard en base a las partes del tema correspondientes a cada plano, y por lo que vemos en el film el director cumplió con creces. Cuando Baby termina de pagar su deuda, intentará alejarse de la vida criminal solo para que tras enamorarse de Debora, una mesera interpretada por Lily James, las amenazas de su ex-empleador lo arrastren de vuelta tras el volante. El film transcurre entre atraco y atraco, siempre perfectamente musicalizado, con una edición fenomenal, gran dirección de arte que a puro neón y vestuarios de colores vivos crean una típica cafetería estadounidense que parece salida de un cuadro de Edward Hopper o Norman Rockwell. El film casi llega a 2 horas que pasan volando, y esto se debe en gran parte a qué Wright filma con un sentido de urgencia que nunca nos mantiene estáticos por mucho tiempo. Por el lado de las interpretaciones, Ansel Elgort(Bajo la Misma Estrella), quien nos tiene acostumbrado a papeles en adaptaciones de novelas para jóvenes adultos, muestra un carisma contagioso en muchas partes del film, y si bien no es ni Simon Pegg ni Michael Cera, funciona muy bien para lo que requiere el personaje de Baby. Kevin Spacey, junto con Jamie Foxx (Bats), Jon Hamm(Buddy) y la sorpresiva revelación Eiza González (Darling) nos hacen estallar de risa con sus personajes de criminales talentosos pero dementes, mientras cada uno tiene su estética cool, las cuales resultan magnéticas para el espectador. En conclusión, podemos definir a “Baby – El Aprendiz del Crimen” como una película pochoclera por todas las buenas razones que una película lo puede ser, entretenida de principio al film, historia simple pero interesante, buenas y grandes interpretaciones, referencias a otras películas, canciones, etc. por todos lados que obligan a verla más de una vez y por si fuera poco un gran director haciendo una película original.
Mi Villano Favorito 3: La familia ante todo. En 90 minutos, la tercera entrega de la saga (sin contar Minions), nos dio una historia poco desarrollada, con un gran villano al que no vemos suficiente y una película salvada por la calidad de su animación, su soundtrack y para sorpresa de muchos, los minions. Hay algunas cosas relacionadas con Mi Villano Favorito que son innegables: en primer lugar, junto con su spinoff minions las películas son maquinas de dinero para Universal e Ilumination, ademas de los ingresos por venta de objetos con forma de minions. Por esa razon, no solo veremos Minions 2 en 2020, sino que seguramente Gru, sus hijas y su esposa Lucy volverán para una cuarta y seguramente quinta parte. Sin embargo, desde el sorpresivo hit que resulto la primera película, la recaudación en taquilla crece, pero la calidad de las historias vienen decayendo. Con la incorporación de varios personajes nuevos con el pasaje de los films, las múltiples subtramas se entremezclan y durante los 90 minutos se siente un apuro para pasar a lo siguiente. En Mi Villano Favorito 3, Gru (Steve Carrell) está trabajando en la Liga Anti-Villanos con su esposa Lucy (Kristen Wiig), cuando ambos son despedidos tras dejar escapar con un valioso diamante al villano Baltazar Brat (Trey Parker), un ex-actor adolescente de los 80 cuyo personaje era el villano de la serie con todos los estereotipos posibles para la década. Tras la visita de un hombre que le anuncia a Gru que tiene un hermano ansioso por conocerlo, toda la familia va a visitar a Dru Gru (también Steve Carrell), su hermano gemelo perdido. Dru buscó a su hermano para que le enseñara sobre el negocio familiar, ser ladrón, y tras oponer una ligera resistencia, Gru decide ayudar a Dru a intentar robarse el diamante de Brat. Comencemos por los positivos. La animación es genial, los colores y texturas captan la atención desde el primer momento. La historia de Gru y su hermano esta bien lograda, tiene giros interesantes y sus escenas son de las mas graciosas en el film, el resto son repartidas entre el tiempo que los minions pasan en prisión y la mejor parte del film, Baltazar Brat. El villano no tiene desperdicio, sus referencias, vestido, peinado y bailes ochentosos son una representación de todo lo irritante y extraño de la época. El soundtrack esta prácticamente compuesto por canciones de pop de los ’80 pasando por Madonna, A-ha y Michael Jackson, que sonaban cuand Brat estaba en escena. Además, el hecho de que uno de los creadores de South Park, Trey Parker le preste su voz al personaje debería ser suficiente justificativo para asistir a alguna de las escasas funciones subtituladas. Por el contrario, las subtramas rodeando a la familia de Gru estaban por todos lados y algunas se sintieron inconclusas. Pero quizás el punto mas bajo sea el desgaste creativo que se siente en una historia que recicla varios recursos de películas anteriores y sigue perdiendo valiosos minutos en una película de poca duración con unas criaturas amarillas no-parlantes que tienen su propia serie de spin-offs. En conclusión, la película es entretenida, hace reír en bastantes ocasiones, cuenta con un gran arco para el protagonista y el mejor villano de todos los films y nunca deja caer el ritmo. Si buscan una pochoclera en las vacaciones, esta definitivamente califica.