Julia Solomomoff (“El último verano de la boyita”) acaba de estrenar en nuestros cines un film conmovedor realizado con un nivel de excelencia poco habitual. Filmado en Nueva York, es la historia de un actor argentino que vive entre el desarraigo y el desamor mientras intenta trascender profesionalmente en la industria estadounidense.
Con rubros técnicos impecables (fotografía y locaciones son exquisitos), un guión convicente y un muy buen elenco, este largo indaga en el ser humano con un nivel de verdad tan alto que consigue conmover y atrapar, propio de una directora de gran talento. La emoción no sería posible sin el soberbio trabajo de Guillermo Pfening, premiado en el Festival de Tribeca. De las mejores expresiones del cine argentino actual.