Acción catártica con el actor de “Better Call Saul”
Bienvenidos a una película que sorprende minuto a minuto por su descabellada propuesta, siempre al límite con un argumento que permite disfrutar sin culpa de la violencia en modo catarsis.
Nace un nuevo héroe de acción, al estilo John Wick que emerge de la vida familiar. Pero el protagonista de Nadie (Nobody, 2021) a diferencia de Wick, siente la presión social de su monótona vida cotidiana, asediado por la rutinaria odisea laboral. De ese agobio que implica pertenecer a un sistema que mata el deseo, surge la violencia como una catarsis liberadora.
Todo cambia cuando una pareja de inmigrantes latinos entra a robar a su casa. De manera inesperada Hutch Mansell (Bob Odenkirk) los deja irse de su hogar sin reaccionar. Pero decide ir tras ellos cuán vengador anónimo y, cuando no puede castigarlos y tiene que contener su furia una vez más, aparece un grupo de rusos ebrios dispuestos a los disturbios en el ómnibus en el que viaja. La posibilidad de hacer justicia por mano propia se presenta y nuestro protagonista puede “descargarse” en ellos. Uno de los golpeados es hermano de un zar de la mafia rusa y ahí empiezan los problemas.
Lo oscuro -y hasta jodido- de su argumento puede sobrellevarse porque el film escrito por Derek Kolstad (quien co-escribió las tres entregas de John Wick) y dirigido por Ilya Naishuller (Hardcore: Misión extrema) nunca se toma en serio a sí mismo. El humor negro siempre presente compensa la violencia desmedida mientras que la música es otro de los catalizadores de tensión, para convertir a la violenta película en un espectáculo placentero y sumamente disfrutable.
Hutch disfruta de la violencia, lo conecta con su lado salvaje adormecido y enjaulado en su vida “de civil” que sacará a la luz gracias a la amenaza rusa. El héroe/antihéroe ve como una bendición la posibilidad de propinar golpes y tiros por doquier. Mientras que la película aprovecha para armar un discurso paródico acerca del uso de armas, la defensa civil y el demencial goce por la violencia Made in USA.
Aparece muy bien en escena un veterano Christopher Lloyd como su padre, dispuesto a salir del geriátrico literalmente a los tiros, en un film que no pretende otra cosa que jugar con los límites del género para poner en funcionamiento nuevamente la historia de acción, bien contada, mejor filmada y ciento por ciento deleitable.