Bienvenidos a la vida rutinaria de un pusilánime y grisáceo individuo. “Nadie” obtiene inspiración en la popular saga “John Wick”. Un héroe impensado rumbo a desatar el caos que porta las habilidades de un sexagenario Liam Nesson. Su identidad guarda un secreto: el pasado violento de un ex sicario. Un hitman profesional.
Esta película de acción, dirigida por Ilya Naishuller (“Hardcore Henry”), exhibe los malos hábitos imposibles de cambiar para la vertiente más acomodaticia del género. La pista visual que nunca falla (un tatuaje que exhibe uno de los delincuentes). El enternecedor descubrimiento que salva a los chicos malos en el peor de los momentos. Los lugares comunes no tardan en apilarse. Buscando seguir los pasos del genial Bryan Cranston (redescubierto como actor de cine luego del suceso de culto de “Breaking Bad”), Bob Odenkirk se calza las ropas de héroe mainstream, viviendo de la fama obtenida, con total justicia, gracias al impecable spin-off “Better Call Saul”.
La venganza mafiosa (en extremo estereotipada) no tardará en llegar. La actitud forzada que desencadena la carnicería tampoco se hace esperar. Y allí vemos, a este eterno infravalorado, haciendo lo que mejor sabe para proteger a su familia. Escenas de lucha coreografiadas con genuino ritmo dispersan nuestra atención, mientras el héroe de turno escapa de su vida de bucle sin atractivo, al menos por un par de horas.
Es el ‘one man show’ de Odenkirk que no resiste mayor capacidad de análisis. La virulencia del justiciero por mano propia traza la silueta del Charles Bronson siglo XXI. Pero no le llega a los talones. Bob es una bomba a punto de explotar. No todo está perdido: ¿recuerdan a Michael Ironside? Es grato verlo de regreso; tanto como al el eterno ‘Doc’ Christopher Lloyd.