NADIE LO ESPERABA
Nadie es una de las grandes sorpresas de este año y una de las películas más divertidas en mucho tiempo. Más que una premisa, la película de Ilya Naishuller trabaja un concepto: “Bob Odenkirk en una de acción a lo John Wick”. Eso solo ya nos llamó la atención cuando vimos el tráiler. Odenkirk es un gran comediante y un actor estupendo, en esa línea de actores reptiles que pueden interpretar personajes tan seductores como taimados. A Odenkirk la fama interplanetaria le llegó con el Saul Goodman de Breaking bad y con el excepcional spin-off Better call Saul, un personaje que es la síntesis de todo esto que estamos diciendo. Sin embargo no lo hubiéramos relacionado de ninguna manera con un film de acción muscular, lleno de sangre y violencia, cercano al policial duro de los 70’s. Y sin embargo Nadie no solo que apuesta a sorprendernos y a jugar con nuestras expectativas de ver al actor en ese contexto, sino que lleva eso mucho más allá, ganando en disparate a medida que avanza su historia.
En primera instancia tenemos a Odenkirk como Hutch Mansell, un don nadie, un obrero regular que tiene su familia y su buena casa, pero que cuando sufre un asalto violento en su hogar y actúa con absoluta pasividad, termina siendo acusado de pusilánime por su hijo y la policía. El arranque de Nadie es muy poco prometedor, parece uno de esos policiales filo fascistas que buscan justificar la justicia por mano propia a partir de poner a ciudadanos correctos en una instancia de suma debilidad. Pero antes que gritemos “¡Charles Bronson!”, la película de Naishuller pega una serie de volantazos que nos ponen en otro lugar: Mansell esconde un secreto (o varios) y esa revelación es la que convertirá a la película en una película de acción y también una sátira, con Odenkirk luchando contra la mafia rusa en secuencias violentas (la del colectivo es memorable) que se vuelven musicales, y que tienen la sustancia de la sátira: el jefe de los malos es un ruso villanísimo que está aburrido de ser villano y desea retirarse para -tal vez- dedicarse a ser cantante.
Mientras vamos descubriendo la identidad de Mansell (tampoco tanto: la película es muy inteligente y nos deja el pasado del personaje en el terreno del misterio) también vamos descubriendo la identidad de Nadie, que para la última secuencia se convierte definitivamente en una mezcla de John Wick con Brigada A (¡Christopher Lloyd tu grato nombre!). Si en John Wick el humor surge de la exageración de todo lo que sucede, aquí las cosas son decididamente más explícitas y desfachatadas. La mención a la saga con Keanu Reeves no llega solo porque aquí tenemos acción hiperbólica y súper violenta, estupendamente coreografiada, como en aquella, sino porque además está involucrado Derek Kolstad en el guion. Kolstad es uno de los escasos nombres del cine de hoy que piensan el cine de acción como un arte puramente físico y sensorial, que sabe cruzar referencias y reinventar las reglas del género, que sabe cómo rizar el rizo y aplicar ideas absolutamente disparatadas pero que terminan siendo verosímiles y funcionando como conjunto. Y por si fuera poco, tiene la virtud de convertir a Bob Odenkirk en una impensada figura de cine de acción.