No es fácil convertirse en otra persona.
Naomi Campbel, ópera prima de los jóvenes directores chilenos Nicolás Videla y Camila José Donoso, mixtura documental y ficción para narrar la historia de Yermén (Paula Dinamarca), una tarotista transexual treintañera, tanto en sus vivencias íntimas en zonas marginales de Santiago (se rodó en el antiguo y decadente barrio de La Victoria) como en su lucha contra el rígido y costoso sistema médico para conseguir la operación de cambio de sexo (nació como varón, pero se siente y vive como una mujer) que no puede costear.
Los realizadores combinan situaciones y personajes reales e inventados (desde un reality show televisivo sobre cirugías plásticas que podría ayudar a cumplir el deseo de la protagonista hasta la presencia de una inmigrante colombiana que desea operarse para ser igual a la modelo Naomi Campbell, pasando por imágenes caseras tomadas con su camarita por la propia Yermén y la participación de no actores que se interpretan a sí mismos) y consiguen un tragicómico retrato sobre la identidad de género que resulta fascinante y desgarrador, poderoso y pudoroso a la vez.
Si bien no todos esos elementos funcionan y se articulan siempre de la mejor manera, la descomunal presencia en cámara de Yermén y algunos pasajes bastante extremos (como una explícita escena de sexo en un auto) hacen del film una experiencia cautivante, aunque -claro- no apta para espíritus prejuiciosos.