Nada haria dar cuenta, a simple vista, del profundo análisis social que detrás de "Naomi Campbell: no es fácil convertirse en otra persona" (Chile, 2013) de Nicolás Videla y Camila Donoso, la historia de Yermén hay.
Porque en su superficie este docu drama intenta hablar del derrotero diario de Yermén por ser respetada como mujer y que se reconozcan sus derechos, pero por detrás se habla de la profunda crisis social y las anquilosadas renuencias de un estadio posterior a la recuperación democrática.
Yermén representa aquello que fue negado, censurado y rechazado durante la dictadura, pero además es también todo aquello que luego de la restitución de la democracia lucha por emerger y solicitar su lugar en la sociedad.
Pero no es fácil y en su acercamiento a la producción de un programa de TV, en el que las cirugías permiten cambiar a las personas (y en el que conoce a una joven extranjera que dice ser el doble latino de la modelo y desea ponerse silicona en cada parte de su cuerpo), y tratar a toda costa de justificar su decisión de cambiar
de sexo (pese a que psicológicamente los estudios le dan otro resultado) hay también una metáfora de la necesidad de cambios que la sociedad en la que vive necesita. Yermén sale a la calle, come, vive, se enamora, tiene sexo, baila, canta, se pelea, espera su oportunidad y mientras la producción del programa de TV toma una decisión ella filma su rutina y visitado a una entrañable amiga.
Juntas sueñan con excéntricos espectáculos en los que el protagonismo de ambas podrá sacarlas del lugar en donde se encuentran. Pero claro está esos son anhelos, porque la vida las sigue golpeando a pesar de los esfuerzos denodados para poder cambiar su realidad.
Videla y Donoso no sólo registran con su cámara a modo de “espiar” la vida de la protagonista en su realidad diaria (como mujer, en su intimidad con su pareja, en su trabajo en un call center como tarotista telefónica), sino que además le brindaron una pequeña videocámara para que ella misma pueda mostrar algunas reflexiones e intereses. Por este motivo la película deambula entre un documental casi ficcionado y el registro símil videodiario de los reality shows.
La profundidad y total comunión que logran los realizadores con Yermén (quien es mostrada como un ser profundo, meditabundo y soñador) como así también con la realidad chilena que muestran (una realidad cruda, desnuda, marginal y desgarradora) hacen de esta propuesta más que un comentario sobre una anécdota (cambio de sexo) una reflexión necesaria.
Con una sensibilidad particular, que se plasma en imágenes sucias pero honestas y mucho acercamiento a la protagonista "Naomi Campbel: no es fácil convertirse en otra persona" es una película que permite acercarse a otro Chile, el alejado de las galerías, barrios lujosos y farandulescos, y que encuentra en Yermén la voz necesaria para demostrar que nada esta aun determinado para nadie, y eso es una grata sorpresa.