En menos de quince días, Sergio Mazza estrenó dos películas. Graba , con Belén Blanco en el rol de una chica que sobrevive como inmigrante ilegal en París, y ahora Natal , registro documental del período de embarazo de su esposa. Natal exhibe durante una hora y media los tópicos más habituales de la situación, sobre todo aquellos que vive una pareja en los días previos al nacimiento. Para revelar las motivaciones que lo llevaron a estrenar este film, Mazza ha dicho: "¿Por qué lo hice yo, con mi mujer y con mi hijo? No sé cómo interpretar este punto. ¿Por qué un padre quiere filmar el nacimiento de su hijo? Si es acaso un evento social como un cumpleaños, si es algo que todos hacen o si yo en mi condición de director de cine debía hacer. Solo sé que la cámara fue la que me permitió observar todo tomando distancia, la cámara me permitía disociar mi pensamiento entre el riesgo de la vida de mi mujer y de mi futuro hijo hacia un registro cinematográfico. No sé si hubiese tolerado la sangre, las miradas de los médicos, el grito de mi mujer, los latidos del corazón de mi hijo, las horas con tanto riesgo si no hubiese tenido a mi lado la herramienta que me saca de mí, que me permite mirar con otros ojos. Creo que toleré todo eso gracias a la cámara".
La necesidad de Mazza no transforma obligadamente a la película en interesante -en más de un oportunidad es probable que el espectador pueda sentir la misma sensación de incomodidad que provocan esas "invitaciones" comprometedoras a repasar las interminables imágenes de un casamiento o unas vacaciones ajenas, pero sí puede servir para abrir una discusión que está en boga hace años y que la exposición de la privacidad a través de las redes sociales ha recrudecido: ¿tiene sentido transformar cada evento de la vida cotidiana en público? Sobre todo cuando no hay ningún valor científico o testimonial evidente. Hace ya unos cuantos años, también, el filósofo francés Jean Baudrillard aseguraba que "ver y ser vistos parece ser la consigna en el juego translúcido de la frivolidad. El así llamado «momento del espejo», precisamente, es el resultado del desdoblamiento de la mirada y de la simultánea conciencia de ver y ser visto, de ser sujeto de la mirada de otro y tratar de anticipar la mirada ajena en el espejo, ajustarse para el encuentro". La manía de mostrar absolutamente todo, incluso aquello que siempre estuvo reservado a la intimidad algo que el desarrollo tecnológico ha incentivado notoriamente también se abre a distintos abordajes: naturalmente, es un derecho que cada individuo puede ejercer con libertad. Y también parece un puente hacia un nuevo tipo de alienación.